Por Julio González Villa*
El Cauca ha sido una región especialmente particular e
importante de Colombia. Fue a través del Cauca que Sebastián de Belalcázar,
subordinado de Francisco Pizarro, fundó a Pasto, Popayán, Cali, e hizo la
conquista y posterior colonización de todo el río Cauca, llegando hasta
Antioquia a través de su subordinado el mariscal Jorge Robledo. La conquista y
colonización antioqueña se hizo desde El Cauca y luego retornó a esa región con
el café.
Por la protección a los indígenas llegaron los negros a
Colombia y fue el Cauca una región especialmente poblada por esta nueva raza
que fue utilizada como mano de obra en las explotaciones de oro y las grandes
haciendas de esa región, y de todo ese valle ubicado entre las cordilleras
central y occidental.
Los indígenas del Cauca fueron fieles al Rey de España
durante la Guerra de Independencia y en consecuencia es comprensible que no
fuesen bien tratados por los independentistas que ganaron la guerra contra
España.
No es comprensible por qué razón los negros patianos que
organizaron palenques huyendo de la esclavitud apoyaron también a los españoles
en la Guerra de Independencia, pues la independencia los haría libres de
cualquier sistema de esclavitud. Tal vez la presencia de lideres naturales como
José María Obando, quien en los primeros años de la independencia estuvo del
lado español, pueda explicarlo.
Lo cierto es que sin duda alguna existe una fuerte
presencia indígena en el Cauca, lo mismo que de afrodescendientes.
En la Guerra de los Mil Días, entre 1898 y 1901, hizo su
aparición, dentro de los ejércitos conservadores, un indígena caucano, Quintín
Lame, quien después de la guerra se convirtió en el gran líder de los reclamos
indígenas por sus tierras ancestrales en el Cauca y el sur del País. En 1980,
veinte años después de su muerte, se organizó en el Cauca un movimiento
guerrillero de izquierda protegido por el Partido Comunista colombiano, con
alta presencia indígena, que toma el nombre de Quintín Lame.
Lamentablemente el Estado colombiano no ha sido capaz de
satisfacer los reclamos indígenas, en primera instancia justos, pues una
comunidad indígena sólo querría sus tierras ancestrales, pero el manejo
inadecuado del Estado los ha puesto, a los indígenas, en manos de las
guerrillas de izquierda, especialmente de las FARC y en su momento M19, que
nace de las mismas FARC en el Cauca.
Ya se volvió costumbre la parálisis del Cauca por los
indígenas reclamando. Sorprende en el acuerdo a que han llegado con el Gobierno
Nacional de más de ochocientos mil millones de pesos para entregarlo a
entidades que dirigen la llamada minga indígena, sin que se establezca un
control efectivo sobre la inversión de esos recursos.
No se puede confundir una autonomía territorial en un
territorio indígena, con la soberanía de que se está hablando. Los indígenas
del Cauca no son soberanos, son colombianos, con derechos y deberes. Es verdad
que Colombia es pluriétnica y que a las minorías hay que reconocerles sus
valores, creencias, costumbres y garantizarles su supervivencia; pero de ahí a
negociar como si fuese un estado diferente hay mucho trecho. Todavía ofende a la
memoria del pueblo colombiano las imágenes de los soldados de Colombia
desplazados por los indígenas del Cauca cuando custodiaban el Cerro Berlín.
Mucho tememos que exista detrás de los indígenas del
Cauca otra intención manipulada por la izquierda y por las FARC, desmovilizada
y no desmovilizada. Las visitas de Gustavo Petro y de Catatumbo a la minga, nos
dejan muchas inquietudes.
Creemos que el Gobierno tiene la obligación de crear una
superintendencia para verificar estos acuerdos con las minorías étnicas de
manera que los dineros y recursos efectivamente se inviertan dentro de las
comunidades y para las comunidades indígenas y negras, y no vayan a terminar
administrados por personas o entidades como las FARC no desmovilizadas.
El Gobierno tiene que adelantarse a todas estas
movilizaciones para impedir presiones de la naturaleza de las que estuvimos o
estamos viendo. No puede volverse a permitir el cierre de la carretera que nos
une con Suramérica. Es hora de que el Gobierno Nacional baraje y vuelva a
repartir el gabinete ministerial.