Por Pedro Juan González Carvajal*
Los
días recientes han venido cargados de acontecimientos, de acuerdo con lo
evidenciado en los diferentes medios de comunicación: Colombia obtuvo el quinto
puesto a nivel mundial de muertos durante el año 2018 por armas de fuego. No
sabe uno si asustarse o aterrorizarse. Las medidas y los esquemas de porte,
tenencia y posesión de armas, hoy no están dando los resultados que uno
esperaría.
La
visita del presidente Duque al presidente Trump, lamentablemente se focalizó en
dos temas sobre los cuales no tenemos el control: el narcotráfico y Venezuela.
Con respecto al narcotráfico, se volvieron a narcotizar las relaciones entre
los dos países, mientras en Colombia crece la extensión de áreas sembradas de
coca y en USA aumenta el consumo. Nada por hacer mientras estas dos
circunstancias sigan como van. Los magos de la construcción y la contratación
en Colombia han aceptado de manera preliminar que la constructora española
Sacyr coloque unos faldones o forros de metal para ocultar, que no corregir,
las ondulaciones que se presentaron en el puente de Hisgaura. Doctores tiene la
Santa Madre Iglesia, eso sí, todos confabulados contra Colombia.
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Tuve
la fortuna de tener como docente y presidente de tesis en la maestría en
Ciencia Política de la Universidad de Antioquia a la doctora María Teresa Uribe
de Hincapié. Su delicadeza, su agudeza, su pasmosa racionalidad en medio de su
calidez innata hacía de las conversaciones, las charlas, las discusiones, un
verdadero regodeo de encuentros y desencuentros, siempre respetuosos, siempre
productivos, siempre constructivos. Sus continuos e interminables cigarrillos y
las tasas ininterrumpidas de su tinto del alma, acompañaban las ideas, las
frases, las palabras, las interminables preguntas hacia sus interlocutores y su
orientación siempre generosa, siempre asertiva.
Por
su escritorio colmado de libros y de anotaciones, pasábamos todos aquellos que
queríamos contar con su apreciación y su desinteresado apoyo. Siempre tenía
tiempo, siempre una sonrisa, siempre salíamos con las manos llenas. Sus ojos
brillaban ante las ideas bien presentadas. Su compromiso profesional e
intelectual con la Universidad y con Colombia era absoluto, así como con sus
colegas y sus alumnos.
A
su distinguida familia, mi más alta consideración por la pérdida casi
simultánea del doctor Guillermo, otro hombre excepcional y de la doctora María
Teresa.
¡Gracias,
mi muy querida Maria Teresa y hasta siempre!
Nota
final: cuando se ha logrado la excelencia, conservar el nivel es muy
complicado. Por eso llamamos la atención a la dependencia encargada del
alumbrado público de EPM, pues cada vez es más notoria la presencia de
luminarias en mal estado, atentando contra la seguridad y la visibilidad
nocturna.