sábado, 16 de marzo de 2019

Vigía – amenazas de guerra: nada nuevo


Por John Marulanda*

John Marulanda
Siguiendo su inveterada técnica intimidatoria, los cabecillas de las FARC amenazan con la guerra como consecuencia de las legítimas y legales objeciones presidenciales a la JEP. Con su característico cinismo, los comunistas, asfixiados en su atonía política (80 mil votos) y envarados en su anemia cerebral que les impide ver la realidad —aplauden el desastroso exterminio venezolano— combinan todas las formas de lucha y coaccionan con demostraciones de fuerza. Pero no hay nada que no hayamos visto.

Hemos presenciado en los últimos meses, un incremento del asesinato de civiles, policías, soldados e infantes de marina, de voladuras de oleoductos y de decomiso de grandes alijos de cocaína. A eso se suman las protestas campesinas e indígenas, precisamente en las áreas con mayores cultivos de coca. Las tales guardias campesinas e indígenas, oficializadas en La Habana, paramilitarizadas con niños de 8 años, garrotes y consignas anti institucionales, serán la primera línea en los bloqueos que pronto nos fastidiarán. Nada nuevo.

Arrecia el permanente ataque contra nuestra institución militar desde ONGs internacionales y nacionales, cumpliendo planes del Foro de Sao Paulo implementados por el G2 cubano que opera impunemente en el país. A lo que se agrega la recalcitrante labor de colectivos de abogados vampiros que, escudados en la defensa de los derechos humanos y encarnizados contra los militares, buscan únicamente cobrar jugosas indemnizaciones con base en mentiras y montajes. Como en el caso Mapiripan. Nada nuevo.

Preocupa, eso sí, que nuestros soldados, sin fuero, sin recursos suficientes, amodorrados durante ocho años en su camino a Damasco y con sus mandos actuales irresponsablemente cuestionados, estén siendo sorprendidos por los narcoterroristas que durante ese mismo periodo se afincaron en áreas fronterizas con Venezuela (Catatumbo y Arauca) y con Ecuador (Cauca, Nariño y Putumayo), de las cuales va a costar mucho erradicar esa escabrosa mezcla de crimen organizado internacional FARC, ELN, EPL, narcos simples, corrupción institucional.

Las amenazas de los ventrudos “parlamentarios” farianos son ladridos de callejón. Impúdicamente impunes, inmoralmente encumbrados, ya están cómodamente pensionados por el mismo Estado que combatieron. Y frente a su caterva, están nuestros soldados, la institución de mayor aceptabilidad en el país, aun por encima de la Iglesia, aunque no se lo crean el chileno Vivanco, el español Santiago, la gambiana Bensouda y tantos otros “superhumanos” de papel maché.