jueves, 28 de marzo de 2019

Dialogar o reprimir


Por Andrés de Bedout Jaramillo*

Andrés de Bedout Jaramillo
Qué dilema tan grande en el que se encuentra el gobierno nacional, frente a tanta protesta.

Lo primero sería poder tener el termómetro que permitiera saber qué protestas son justificadas y cuáles son injustificadas, para poder aplicar sin temor a equivocarnos, cual merece diálogo y cual merece represión.

Lo único claro es que con tanta protesta estamos perdiendo los que más duro trabajamos y no protestamos, teniendo justificadamente mucho por que protestar.

Se supone que la representación popular de todos los colombianos está en el Congreso de la República; los congresistas debieran tener el manejo de sus comunidades y de las inconformidades que manejan, pero como eso no funciona, las comunidades se manifiestan brincándose esa inoperante representación.

Primera conclusión. Se debe revocar el congreso inmediatamente.

Como las comunidades que protestan son numéricamente inferiores a las comunidades que trabajamos duro y no protestamos, se le debe dar prelación a las mayorías.

Segunda conclusión. Se debe declarar el estado de emergencia económica y social y prohibir todo tipo de protestas que sigan deteriorando la economía y la calidad de vida de la mayoría de sus habitantes.

Tercera conclusión. Para recuperar la confianza entre gobernantes y gobernados, la austeridad de los gobernantes debe ser total y absoluta, para que rinda el presupuesto y se le pueda dar asistencia total en alimentación, vivienda, salud y educación a los niños y a los viejitos, de las clases sociales que verdaderamente lo necesiten. Apoyemos a todas las instituciones serias que propenden por estos fines.

Cuarta conclusión. Repatriar o por lo menos declarar los dineros que los colombianos tengamos en el exterior y pagar cumplidamente los impuestos sin hacerle trampas al estado.

Quinta conclusión. Resolver la problemática carcelaria, propendiendo por la resocialización de los presos.

Sexta conclusión. Los jueces y tribunales deben hacer un esfuerzo sobrehumano para ponerse al día en su deber de impartir una rápida, justa y cumplida justicia.

Séptima conclusión. Las autoridades militares y de policía a la calle, a perseguir a los delincuentes y a proteger a los ciudadanos, utilizando eficientemente su tiempo, sus vehículos y su entrenamiento.

Son muchísimas más las conclusiones y medidas que se deben tomar y dependen de todos los colombianos, pero el timón del barco lo tiene el presidente, a quien elegimos por mayoría y nos representa a todos. Yo personalmente lo siento de centro, con ganas de que los ciudadanos recuperemos la confianza en quienes nos gobiernan, pero si no aplica austeridad franciscana, si no desaparece los cargos costosos e inútiles que mantiene el estado para pagar favores políticos, como muchos de la diplomacia, si no para la polarización que hoy se está avivando más que en las épocas de su elección, para que todos empujemos el bus en el mismo sentido, se le va a salir esta vaina de las manos y vamos a quedar todos jodidos, anclados en el pasado y mirando para el páramo.

Que Nuestro Señor Jesucristo ilumine a nuestro presidente, para que actúe rápido y con decisión.