martes, 19 de marzo de 2019

De cara al porvenir: perturbaciones ambientales rurales


Por Pedro Juan González Carvajal*

Pedro Juan González Carvajal
La riqueza colombiana, se concentra en el campo: los recursos agrícolas, pecuarios y minerales, se encuentran allí y de su adecuada explotación depende la sostenibilidad y sustentabilidad de los proyectos asociados y la calidad de vida de nuestros compatriotas campesinos.

Muchos riesgos de deterioro ambiental se ciernen cual oscuros nubarrones sobre este extenso territorio de la patria.

La minería ilegal, atenta contra la calidad del agua por emplear como depositario de los residuos químicos a quebradas y ríos que finalmente llegan al mar, igual que a lagos o a las fuentes de agua subterránea, generando un mortal círculo vicioso de intoxicación de plantas, animales y humanos.

La minería legal, por lo tecnificada, genera enormes impactos ambientales que pueden ser mitigados parcialmente. Una vez concluida la labor y cerrado el yacimiento, la legislación obliga a entregar el terreno empleado en las mejores condiciones posibles a partir de la resiembra de árboles y el adecuado manejo de aguas.

La tala y el saqueo de las selvas para la siembra de cultivos ilícitos y lícitos, atenta contra la captura de CO2 y contra la estabilidad de los ciclos climáticos, de los cuales depende gran parte de la vida animal y los procesos de siembra y de recolección de alimentos.

La pérdida de bosques y selvas para la adecuación de potreros también aporta, y de qué manera, al deterioro de las condiciones ambientales.

La construcción de grandes obras de infraestructura, de cualquier tipo, trae asociado un inevitable impacto ambiental, que debe ser mitigado de la mejor manera, sin ahorrar esfuerzos.

En la agricultura, el uso intensivo de abonos, insecticidas y plaguicidas, sobre todo por aspersión, genera una dinámica contaminante que impacta vastas extensiones de territorio. Igualmente, el consumo intensivo de agua para riego puede tener impactos negativos con respecto a las fuentes de agua empleadas.

La vida humana también deteriora el ambiente. A los programas de potabilización de agua deben acompañarlos programas de manejo de aguas servidas.

El uso de la leña como insumo energético, deteriora los bosques.

La mala disposición de los residuos sólidos y todo tipo de basuras genera impactos visuales, de malos olores, y de absorción de los lixiviados por parte del subsuelo, con la consiguiente contaminación de las aguas subterráneas.

Mención particular merecen los mares, convertidos por el hombre en la gran cloaca planetaria. Un alto porcentaje de los desechos producidos llegan al mar, afectando todos sus delicados equilibrios: oxígeno, temperatura, fauna marina, corrientes submarinas, salinidad, acidez, con el mayor impacto imaginable al cambio climático.

Insistimos en la conveniencia de dotar a Medellín de un adecuado centro de espectáculos, de un autódromo que cumpla con las especificaciones internacionales de la F1 y tener un velódromo cubierto.