sábado, 23 de febrero de 2019

La iracundia del general Del Río


Escrito por John Marulanda*

Coronel John Marulanda
Mientras el drama venezolano entra en su desenlace, miremos a Colombia por un momento.

No le faltan razones al general Del Río para indignarse.

Los que enfrentaron en primera línea el ataque narcocomunista contra la sociedad colombiana, sienten desazón al ver narcotraficantes, secuestradores, asesinos y violadores de niños, posando de pacíficos parlamentarios y pontificando moralismo en universidades. ¿De qué valieron las vidas de soldados y policías, sacrificadas dizque para defender un sistema legítimo de justicia y legalidad?

Ya sin armas, la Reserva Activa se comprometió con el Centro Democrático, puso miles de votos para las elecciones parlamentarias y para el candidato Duque. Ni las gracias le han dado. Fastidia ser ignorado cuando primero se pone sangre y luego votos. Pero es que en este mundo político persisten los señoritos charlatanes de la guerra en sus clubes, académicos pontificando sobre el conflicto desde su cátedra o, en los medios, imberbes analistas de alquiler que garlan sobre el asunto como vendiendo vermífugos.

Las FARC no renuncian a la combinación de todos los métodos de lucha y las tales disidencias son una patraña estratégica para avanzar en la toma del poder. Y lo lograrán, frente a ciertas élites políticas colaboracionistas o capituladoras y a unas fuerzas militares sedadas durante ocho años con damascos, otanes, congos, frailejones y condecoraciones palaciegas a soldaditos de chocolate, mientras los terroristas consolidaban su poder. Ahí está Arauca como evidencia. Y Catatumbo. Y Putumayo. Y Cauca. Y Guaviare.

Difiero, mi General, eso sí, de su maltrato al expresidente Uribe, cuya visión y acción geopolíticas fueron excepcionales y a quien se insiste en endilgarle por unos y otros, la gravedad de tocar a somatén en un país fermentado en conflictividad y en vilo por una Venezuela al borde del abismo.

En cuanto al actual gobierno, el día en que Santrich sea extraditado y el Paisa y/o Márquez neutralizados, el país empezará a recobrar la confianza.

Su diatriba, mi General, sin embargo, sensibilizará la Reserva Activa sobre la urgente necesidad de unión y lucha política regionales, teniendo en cuenta que los militares son la institución más apreciada por la mayoría ciudadana, gústele o no a envidiosos, contradictores y enemigos y a la JEP, protectora de la organización criminal más despreciada por los colombianos.

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