Por Andrés de Bedout Jaramillo*
Dentro de las acciones prioritarias para proteger la
salud y al medio ambiente está el manejo de las basuras, que todos los días y a
todas horas producimos los humanos en nuestras actividades y de las que
inmediatamente queremos deshacernos, porque nos estorban, afean, generan malos
olores, atraen plagas de roedores, aves de carroña y vectores. En el espacio
público atraen a los indigentes, drogadictos, integrantes de la extrema
pobreza, con los que no nos queremos topar por que huelen maluco y consideramos
peligrosos.
En el caso de Medellín, «la Tacita de Plata», estamos
dormidos en los laureles y no avanzamos eficientemente en asumir la
responsabilidad de hacer bien hecho el reciclaje en origen, es decir en
nuestros hogares, lugares de trabajo, urbanizaciones, unidades cerradas,
edificios, barrios y comunas; esto lo vamos a lamentar en muy pocos años,
cuando la capacidad de nuestro relleno sanitario La Pradera, se acabe, y más
ahora, utilizado por muchos municipios, de Antioquia y de otros departamentos,
habida consideración de la imposibilidad física y legal de encontrar sitios
para la disposición final de basuras y la oposición de las comunidades.
Ninguno de nosotros queremos un relleno sanitario
cerca, todo sitio de disposición de basuras, por bien manejado que sea,
inclusive en muchos casos en el mundo, atrae a seres humanos en una pobreza
extrema tal, que viven de la basura y dentro de la basura y para aguantar esa vida
tan difícil tienen que consumir droga, mantenerse dopados frente a la realidad
que les tocó. Utilizar tecnologías para desaparecer las basuras sin generar las
consecuencias descritas, tiene unos costos demasiado altos y el contenido de
humedad de nuestros residuos agrava aún más la situación, y ni hablar de las
tarifas, tocaría incrementarlas muchísimo, porque el estado no sería capaz de
subsidiar estas operaciones. Solo nos queda llevar a los rellenos que tenemos
hoy, la menor cantidad de basura posible, haciendo la separación en origen de
una forma responsable y perfecta.
Estamos en época de precandidatos y de candidatos a
las alcaldías, gobernaciones, concejos, asambleas y juntas administradoras
locales, hasta el momento no he oído a ninguno(a) hablar del tema de las basuras
y menos de la indigencia y del reciclaje.
Estamos en épocas de las asambleas y juntas directivas
de las grandes, medianas y pequeñas empresas del sector público y privado, en
vísperas de las asambleas de copropietarios de unidades residenciales y
edificios y a en ninguna citación se habla de las basuras y el reciclaje.
La primera conclusión sería que este tema todavía no
ocupa en el escalafón de las prioridades ni el lugar que se merece, desde que
las empresas operadoras de la recolección, transporte y disposición final de
las basuras cumplan, así sea medianamente, con su tarea y no las veamos en
nuestros hogares y entornos.
Qué equivocados estamos. Es urgente que, como cuidado
y prevención a los daños a la salud y al medio ambiente, seamos conscientes de
la urgente necesidad de reciclar en la fuente u origen de las basuras, o sea,
en nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo, nuestro espacio público.
Absolutamente conscientes de que por ser una actividad
no rentable, inclusive no auto sostenible desde el punto de vista económico, lo
único a que estamos obligados es a capacitarnos y a hacerlo perfectamente bien
hecho desde el origen, entendido como el momento en que cualquier artículo,
producto u empaque, inicie su vida de basura; me refiero al tratamiento
adecuado que debemos darle a las basuras, papeles y cartones limpios y secos en
una bolsa, envases de vidrio y de plástico (Pet, polietileno, plástico, etcétera.)
limpios, y secos en otra bolsa, para que los recicladores, individuales o
asociados, y las empresas con rutas selectivas, recojan estas materias primas y
las lleven de regreso a los procesos productivos. El resto de las basuras, en
otra bolsa, para que el camión recolector se la lleve para el relleno
sanitario, mientras encontramos en una perfecta clasificación de los orgánicos,
entendidos como los restos de frutas y verduras crudas, como materias primas
perfectas para la producción de verdaderos abonos orgánicos y la lombricultura.
Artículos metálicos, electrónicos, como electrodomésticos, celulares,
computadores, pilas, etcétera. nos toca tomarnos la molestia de llevarlos o
pagar para que nos los recojan en los sitios especializados en desbaratarlos y
separarlos para su reutilización en los procesos productivos.
Esto dicho así, suena sencillo, pero nos da mucha
pereza juagar o lavar y secar los envases vacíos, inclusive separar las tapas
para la campaña de la fundación que las está recogiendo y ponerlas en bolsa
aparte como lo demanda un perfecto reciclaje.
Si todos nos pusiéramos en la tarea, haríamos de estos
elementos, que son el gran porcentaje de las basuras, materias primas
atractivas para frecuencias de recolección, lugares de empaque y
almacenamiento, para transportarlas como materias primas de óptima calidad.
De nada sirve si lo que queremos es ayudarle a la
salud y al medio ambiente, entregar la basura revuelta, inclusive separada para
que otros tengan que tratar de salvarla contaminada, donde los procesos de
descontaminación, son los que hacen que la actividad del reciclaje sea poco
atractiva, insostenible económicamente hablando, y practicada por personas
condenadas a la pobreza absoluta.
Estaríamos matando tres pájaros de un tiro, haciendo
la separación de las basuras en el origen: 1) daríamos la oportunidad de que la
actividad se dignifique y la posibilidad de que los actores salgan de la
pobreza absoluta y la drogadicción. 2) Contribuiríamos a la prevención en los
temas de salud pública. 3) Contribuiríamos al medio ambiente, alargando la vida
útil de nuestros rellenos sanitarios. Y si a esto le llevamos unos indicadores
que nos permitan medir los avances en nuestros hogares, nuestras empresas,
nuestros edificios, nuestras unidades cerradas, nuestros barrios, nuestras
comunas, nuestros municipios, estaríamos redondeando una labor, que además nos
produciría un inmenso bienestar personal, por el bienestar general que
estaríamos contribuyendo a generar en nuestras comunidades.
Pensemos en las generaciones futuras, hagamos
separación de las basuras reutilizables en origen.
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