lunes, 25 de febrero de 2019

El trabajo en el campo colombiano


Por Antonio Montoya H.*

Antonio Montoya H.
No nos digamos mentiras, no estamos avanzando en el control de los territorios colombianos. El Sur del país está en peligro nuevamente, Guainía, Guaviare, Vichada, Vaupés y Amazonas. El Norte del país, La Guajira y las poblaciones limítrofes con Venezuela tienen la misma problemática, están quedando a merced de los actores principales de la criminalidad en Colombia, los grupos guerrilleros y sus disidencias, las bandas del narcotráfico y la delincuencia común. Todo ello, por cuenta no de la paz, sino de la desidia del Estado que no aprovechó ese momento de sosiego, para iniciar todo un proceso activo de llevar la institucionalidad a esos lugares. Allí no opera la justicia ¾aunque ocurre lo mismo en cualquier parte del país¾ no hay empresas, no hay desarrollo del agro, no hay salud, ni trabajo y menos disciplina social.

Grave problema sin duda, porque cuando se pierde la esperanza, surge la inconformidad y de ahí a la violencia y a la anarquía es poco el trecho que falta. Por ello, son tantas las acciones de corto y mediano plazo que se deben acometer que no admiten dilación y la primera de ellas es el trabajo, de los indicadores de desempleo, de la formalidad e informalidad, de seguridad social integral, de lo cual se habla todo el tiempo, pero no se ejecuta, no se toma el toro por los cachos ni se presentan los proyectos que permitan viabilizar el trabajo inicialmente en el campo colombiano, buscando coherencia en las políticas del Estado, desarrollando la promoción de la agro industria, construyendo en cada pueblo un buen hospital, colegio público, salud y seguridad. Así, a esos lugares regresará el nativo, el que lo abandonó por causa de la violencia, el que salió desplazado cargando sus muertos y su dolor.

Con perdón de algunos Ministros, veo que siguen ejerciendo el cargo desde la capital. Deben salir de allí, sentarse con los gremios caficultores, ganaderos, industriales, cultivadores, y analizar una salida a la grave situación de vida que existe en casi todas las regiones, para buscar alternativas que sean efectivas, reales y no promesas que generan posteriormente más violencia.

Como siempre planteo algún tipo de solución, en este caso específico considero que lo que se debe es incentivar la vocación agrícola de esas regiones. Trabajar en forma extensiva los productos propios de la región, los que desde hace varios años se han identificado por estudios técnicos elaborados por las secretarías de agricultura, por el Ministerio. Estamos sobre diagnosticados, mucho estudio y poca acción; debemos aprovechar la riqueza hídrica, tener cultivos extensivos como el café, aguacate, mandarina, naranja, plátano, banano, etcétera, que abarquen todos los municipios sin limitante alguno.

Entonces, teniendo alternativas de producción, vamos a la segunda propuesta: se requiere mano de obra y por ende necesitamos replantear la forma de contratar a las personas, siempre garantizando el contrato de trabajo a término indefinido, pero, con una sola modificación, que al finalizar estos no se pague indemnización alguna. Como ya lo he expresado en otras ocasiones, generamos trabajo sin limitante de edad, de raza, sexo o condición, simplemente tenemos una comunidad laborando día y noche y así la economía se desarrolla.

Hoy tenemos informalidad laboral en el campo, lo formal es poco o inexistente, ni en el comercio, donde trabajan por mucho menos del salario mínimo diario. Lo único cierto, es una verdad de a puño, es que se requiere del hombre, de su mano de obra, y si no hay opciones ellos buscan salidas a su insatisfacción.

Conozco estudios interesantes del mismo estado, y de otras entidades privadas en los que se habla de las posibilidades de desarrollo del campo, pero entre esos análisis y la realidad se puede decir que no se ejecutan esas grandes ideas.

El estado debe pensar que debe promoverse una legislación laboral especial para el campo, donde se dé, por primera vez, el giro normativo que requiere el país, formalizando el trabajo bajo leyes innovadoras.

No se le olvide a ninguno de ustedes, los lectores, que más del 50 % de la población colombiana en edad de trabajar está en la informalidad y poco se piensa en cuál puede ser la solución de fondo. Yo creo que para empezar hay que viabilizar la legislación laboral, volviéndola acorde con la realidad económica de nuestro territorio, darles vida a las regiones y quitarles presión social a las grandes ciudades.

Demos el cambio, trabajemos el campo, desarrollemos las oportunidades que están previstas y estudiadas, y ahí sí tendremos un país con oportunidades porque la gente querrá volver a su terruño, cuando tenga paz, salud y trabajo.