Por John Marulanda*
Mientras
Venezuela se derrumba, miremos para adentro.
Una
de las proclamas más fervorosa de los comunistas es la del pueblo en armas, con
el pueblo con las armas. Los tiranos marxistas-leninistas, desconfiados de los
militares ¾“al
servicio de la burguesía y el imperialismo”¾, crean grupos de
civiles armados, con el nombre genérico de milicias, que son cuerpos
pretorianos bajo la directa comandancia del supremo, para enfrentar cualquier
insubordinación o rebeldía de los soldados profesionales.
La
renovación estratégica diseñada por el foro de Sao Paulo, enfatizó esta
técnica, ejemplarizada por Cuba y sus Comités de la Defensa de la Revolución.
Ortega, ideó las “turbas”, organizaciones paramilitares vinculadas a organismos
policiales que asesinaron más de 300 estudiantes durante las protestas de hace
ocho meses. Maduro ordenó 50 mil unidades de defensa y activó el FAES,
organismo policial ligado a los “colectivos”, señalado de ejecuciones
extrajudiciales. Correa y Morales intentaron conformarlos y durante el gobierno
Santos algo se mencionó, y AMLO en México está en la ruta de establecer una guardia
nacional.
Cuidado
que, en Colombia, en un nuevo embate por deslegitimar la fuerza legal y legítima
del Estado, los indígenas del Cauca han rechazado la presencia de nuestros
soldados y policías en sus territorios mientras operan unas organizaciones tipo
paramilitar llamadas guardias indígenas, campesinas y cimarronas, descritas en
el capítulo 3.4.9 de los infaustos acuerdos de La Habana, que están a cargo de
organizar en sus jurisdicciones Comités Territoriales de Alerta para la
Reacción Inmediata y de diseñar mecanismos de defensa cívica, en “resistencia”,
según el manual castro-chavista. Son milicias disciplinadas que reclutan e
ideologizan a niños indígenas y campesinos desde los ocho años, los
paramilitarizan, arman de bastones y adoctrinan con motivos de odio contra
soldados y policías. Presentes principalmente en Nariño, Cauca, Chocó y
Catatumbo, las regiones con mayores cultivos ilícitos, la organización y
financiamiento de estas eco-estructuras se pueden oler.
Son
la versión comunista de las Convivir, legales pero demonizadas por la
izquierda, solo que ahora actuarán sin supervisión del Estado: “Dicho sistema emitirá alertas tempranas de
forma autónoma sin tener que consultar o someter sus decisiones a ninguna otra
institución” (Pags. 83 y 84 de los acuerdos) Los indígenas, pues, ya tienen
su territorio, su ley, su economía y ahora su seguridad. ¿Narco-republiquetas?
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