sábado, 9 de febrero de 2019

El pueblo en armas o narco-republiquetas


Por John Marulanda*

John Marulanda
Mientras Venezuela se derrumba, miremos para adentro.

Una de las proclamas más fervorosa de los comunistas es la del pueblo en armas, con el pueblo con las armas. Los tiranos marxistas-leninistas, desconfiados de los militares ¾“al servicio de la burguesía y el imperialismo”¾, crean grupos de civiles armados, con el nombre genérico de milicias, que son cuerpos pretorianos bajo la directa comandancia del supremo, para enfrentar cualquier insubordinación o rebeldía de los soldados profesionales.

La renovación estratégica diseñada por el foro de Sao Paulo, enfatizó esta técnica, ejemplarizada por Cuba y sus Comités de la Defensa de la Revolución. Ortega, ideó las “turbas”, organizaciones paramilitares vinculadas a organismos policiales que asesinaron más de 300 estudiantes durante las protestas de hace ocho meses. Maduro ordenó 50 mil unidades de defensa y activó el FAES, organismo policial ligado a los “colectivos”, señalado de ejecuciones extrajudiciales. Correa y Morales intentaron conformarlos y durante el gobierno Santos algo se mencionó, y AMLO en México está en la ruta de establecer una guardia nacional.

Cuidado que, en Colombia, en un nuevo embate por deslegitimar la fuerza legal y legítima del Estado, los indígenas del Cauca han rechazado la presencia de nuestros soldados y policías en sus territorios mientras operan unas organizaciones tipo paramilitar llamadas guardias indígenas, campesinas y cimarronas, descritas en el capítulo 3.4.9 de los infaustos acuerdos de La Habana, que están a cargo de organizar en sus jurisdicciones Comités Territoriales de Alerta para la Reacción Inmediata y de diseñar mecanismos de defensa cívica, en “resistencia”, según el manual castro-chavista. Son milicias disciplinadas que reclutan e ideologizan a niños indígenas y campesinos desde los ocho años, los paramilitarizan, arman de bastones y adoctrinan con motivos de odio contra soldados y policías. Presentes principalmente en Nariño, Cauca, Chocó y Catatumbo, las regiones con mayores cultivos ilícitos, la organización y financiamiento de estas eco-estructuras se pueden oler.

Son la versión comunista de las Convivir, legales pero demonizadas por la izquierda, solo que ahora actuarán sin supervisión del Estado: “Dicho sistema emitirá alertas tempranas de forma autónoma sin tener que consultar o someter sus decisiones a ninguna otra institución” (Pags. 83 y 84 de los acuerdos) Los indígenas, pues, ya tienen su territorio, su ley, su economía y ahora su seguridad. ¿Narco-republiquetas?

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