Mostrando las entradas con la etiqueta Compra de tierras. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Compra de tierras. Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de enero de 2023

Pragmatismo y desarrollo agrícola

Félix Alfázar González Mira
Por: Félix Alfázar González Mira*

Se repite en los ciclos de la historia de Colombia el tema de la Reforma Agraria. Experiencias van y vienen desde la conformación de la república hasta nuestros días. Con excepción de la ley 200 de tierras del gobierno de López Pumarejo, ninguna es digna de repetir por sus pobres resultados.

El desplazamiento campesino a las ciudades ocasionado por la violencia liberal-conservadora de las décadas del 40 y 50 representó un acaparamiento de la tierra por parte de los llamados gamonales locales.

La creación del Instituto Colombiano para la Reforma Agraria, Incora, en los años 60 generó expectativas en las comunidades campesinas donde el Estado se convirtió en el gran comprador de esos bienes inmuebles rurales. En muchos casos, grandes haciendas productivas, al parcelarlas y entregárselas a campesinos frenaron su ciclo productivo generando ruina en las regiones que pretendían alentar en su desarrollo. En otros eventos, grandes extensiones de tierras productivas quedaron divididas en manos de familias campesinas que se asentaban en un rancho de zinc en medio de precarias matas de plátano y yuca. Significó la pobreza bastante bien distribuida cuando se pretendía era lo contrario, distribuir equitativamente la riqueza.

En la década de los 90 y principios del 2000 se presentó otro desplazamiento de población rural hacia las ciudades producto del avance de las guerrillas en la ocupación del territorio rural y la respuesta paramilitar para competirle por tierras, bienes, poder político y económico a aquellas; generando otra ocupación de los territorios por nuevos dueños que a fuego, amenazas y ayudas veladas de alguna institucionalidad se convertían en propietarios. La ley de víctimas es la respuesta a estos episodios.

Muchos tememos que el ciclo de la “incorización” lo volvamos a repetir en esta década cuando el Estado pretende nuevamente ser el gran dinamizador del intercambio de bienes rurales, al adquirir fincas y haciendas productivas a unos precios razonables del mercado de tierras y no tener recursos e institucionalidad suficientes para hacerlas ciertamente productivas. Se corre el riesgo de convertirlas en improductivas adornadas con covachas habitadas por campesinos ansiosos de prosperidad pero impotentes de hacerlo en atención a que el esfuerzo económico se destinó a la adquisición del predio.

Un medio de comunicación resaltó el encuentro del presidente Petro con el delegado de Corea de Sur en la posesión del presidente del Brasil de la siguiente forma.

” En la reunión, que también contó con la presencia del canciller Álvaro Leyva y la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, Petro resaltó la capacidad histórica que ha tenido ese país para tecnificar el campo y adelantar sus propias iniciativas agrarias. Con base en ese reconocimiento, se acordó un impulso a la ejecución de este proyecto que también abarcará la compra de tierras a organizaciones como Fedegán”. Resaltado mío.

Pues bien, tratemos de diseñar entre nosotros nuestras propias iniciativas agrarias acudiendo a nuestra cultura, costumbres, tradiciones y experiencias buenas, regulares y desastrosas.

La aparcería, el arrendamiento temporal, el descuaje del rastrojo (dicen para “civilizar” la tierra), el ganado al partir o a medias, el canon mensual por cabeza de ganado, el préstamo de uso de un porcentaje de la hacienda, la concurrencia de esfuerzos de diferente naturaleza hacia el predio (experiencia ancestral en la ladera colombiana en la producción de caña panelera con los “cosecheros”), arreglos cooperativos exitosos, uniones de pequeños inversionistas para utilizar conjuntamente el medio de producción o bienes de capital hacia las economías de escala; en fin en otras latitudes de Colombia hay diversos tipos de relación entre las gentes y la tierra.

Los resguardos indígenas con las etnias y la ley 70 con las comunidades negras poseen millones de hectáreas y no tienen, necesariamente, una relación de producción empresarial o de oferta de bienes agrícolas a los mercados. La Ley 70 de 1993 reconoce la propiedad colectiva de la tierra de las comunidades afrocolombianas que históricamente han habitado en un territorio. El espíritu de esta se basa en un principio fundamental de la cultura negra y es el de la propiedad colectiva de la tierra.

Cada región de la patria tiene su singular historia en el desarrollo agrario. Aprovechar todas esas variopintas y diversas experiencias para alentar ciertamente el desarrollo del campo es el mejor cumplimiento al primer punto del acuerdo con las FARC. No necesariamente comprando tierras para una población rural crecientemente disminuida se logra el objetivo. Colombia es ya un país urbano y esfuerzos ingentes habrá que hacer para retornarlos a la ruralidad con resultados inciertos.

¿Por qué no pensar entonces en figuras nuestras que involucren todo ese conocimiento ancestral para hacer desarrollo agrario dónde todos ganen? Por supuesto que la compra directa de tierras en algunas regiones puede consultar las realidades socioeconómicas y culturales de las mismas, como el arrendamiento o leasing agrario con opción de compra puede consultar esas realidades en otras.

Un proyecto productivo bien planificado de bienes con destino a la exportación es garantía y tranquilidad para el propietario que arrienda su tierra por un tiempo. Los 20 millones para adquirir el predio es capital suficiente por hectárea para sacar adelante el emprendimiento que generará excedentes hacia la compra futura del predio. Igualmente, con productos para el mercado interno que aseguren la alimentación de los colombianos.

Se me dirá que ello es para sociedades premodernas, que es un planteamiento de derecha. La academia señalará que es regresar al feudalismo con un planteamiento atrasado, los teóricos marxistas no les gusta porque no alienta el desarrollo de las fuerzas productivas en el campo cada vez más deshabitado. Todo ello es ideologización de propuestas que consultan todo un acumulado histórico, de costumbres, culturas y prácticas ancestrales que han conformado históricamente el campo colombiano.

Volveremos sobre el tema.

domingo, 30 de octubre de 2022

Compra de tierras

Antonio Montoya H.
Por Antonio Montoya H.

Gran aviso: se compran tres millones de hectáreas (3.000.000) a Fedegan, para entregarlas a diversas comunidades, para que sean propietarias y mejoren su condición de vida, y se cumplan sus sueños. Sobre esto dirán algunos que es maravilloso, que después de eso no hay nada, que se inició la trasformación del agro y del campesino, aleluya.

Entonces vamos por partes:

*En qué lugares del territorio nacional están ubicadas esas tierras, qué precio tienen, el avaluó será el comercial o el catastral, cuántas hectáreas se entregarán individualmente o se optará por entregarlas a cooperativas agrícolas conformadas por campesinos de la región.

Estas y muchas preguntas más surgen para poder desarrollar esta negociación que tiene un fondo supremamente digno, pero que se debe volver efectivo teniendo un plan estratégico a través del Ministerio de Agricultura, entidad que ya dio la primera alerta cuando la ministra Cecilia López expresó que en estos cuatro (4) años solo se podrán comprar realmente un millón de hectáreas (1.000.000), generando así en el propio partido del gobierno insatisfacción y rechazo. Ese es el problema del país, promesas y promesas incumplidas, primero debieron estructurar el plan de ejecución de compra de tierras, tener presupuesto disponible y proceder.

*Viene a mi mente otra pregunta que es indispensable plantearla: sería mejor que esas tierras (las que se compren) no se adjudiquen a título de venta, sino que se entreguen a título de comodato u otra figura jurídica, para evitar las muertes que pueden ocurrir, por quitarles esas tierras a los que se les adjudiquen, por cuanto ya no tendrían interés en ellas, no sería propietarios y seguirían estando en cabeza del Estado. Tema para pensar, analizar y ser objeto de discusión en el Ministerio y en el Congreso de la República.

*Otro problema más serio, que debe ser objeto de estudio es el que surge de un gran interrogante ¿y el agua qué? Llego a este punto porque un industrial antioqueño, Alberto León Mejía Zuluaga, expresidente de varias compañías, conocedor del agro y la ganadería, en conversación que tuvimos esta semana me dijo que se está actuando muy ligeramente, que la agricultura extensiva y la intensiva requieren fuentes permanentes de agua, que cada árbol, por ejemplo, de naranja, requiere diariamente ser regado y si esta escasea la producción se perdería y las consecuencias económicas serian catastróficas. Además, con gran conocimiento me dijo que no todas las regiones de Colombia tienen permanentemente agua, vienen los veranos, sequias, en fin, condiciones climáticas. Y, sin duda también, hay que considerar el nivel donde estén situadas porque para esa agricultura en escala se requiere mucha agua, hay que montar todo un sistema que se denomina distrito de riegos, que implica inversión e ingeniería, y a través de ellos se suplen “los requerimientos hídricos de los cultivos, con el fin de alcanzar los mejores rendimientos productivos”. Es bueno pensar que existen zonas como “el Caribe, la Andina, y en general las cuencas del país, que están sin agua para riego”.

Adicionalmente debo mencionar que la infraestructura para el manejo de las aguas requiere licencias ambientales, las cuales son demoradas por los estudios que se deben realizar y por consiguiente sin el otorgamiento de licencias no se podrá construir las obras para llevar el agua a las tierras que cambiarán de explotación ganadera a la producción agrícola. Tema complejo y difícil de solucionar.

Me invitó a que estudiara y leyera sobre la problemática que vive hoy California, en la USA, región que es la gran despensa agrícola frutal del mundo y hoy tiene serios problemas derivados de la sequía que se vive, afectando los cultivos y la productividad; la falta de agua los tiene en dificultades. Vale la pena que se motiven y lean sobre este tema y llegarán sin duda alguna a la conclusión evidente: sin agua, no vale la pena la tierra.

El campo requiere tecnología, formación, gente que trabaje y le guste. Hoy no existe mucho de eso, los jóvenes no quieren desempeñarse en el agro, no quieren vivir del campo, piensan en las ciudades porque allí ven nuevas y mejores oportunidades. La mayoría no quiere vivir como sus padres, por ende la transformación debe ser total, desde el cambio de mentalidad de las personas que habitan los municipios, invitar a aquellos que migraron para que se empoderen nuevamente con nuevas tecnologías del campo y se pueda desarrollar un tejido social armónico con empleo, ciencia, tecnología y apoyo estatal.

En conclusión, que el estado compre tierras es bueno para quien la venda, porque hoy los precios de esta no tienen el valor de hace unos años, los ganaderos y finqueros tradicionales no tienen herederos que les guste continuar con la tradición y por consiguiente vender es atractivo. El Estado se debe preocupar por estudiar los lugares geográficos donde comprará tierras, que sean aptas para quien la reciba y produzcan.

En Antioquia el secretario de Agricultura, en tres años que desempeñó el cargo, realizó una gran labor, generando trabajo y desarrollo a través de cooperativas agrícolas. Analicen el tema y se podrá mejorar este asunto de tierras.

miércoles, 19 de octubre de 2022

¡El completo y escabroso destape de Caldono!

José Alvear Sanín
Por José Alvear Sanín*

En Caldono lo de menos fue el bien comentado asunto del “enemigo interno”, porque Petro aprovechó para un completo spogliarello, como dirían sus antepasados italianos, que él oculta en su reciente y destructora diatriba, revanchista y woke.

Después de dejar una considerable huella de carbono el jet oficial aterrizó en Popayán, y desde allí Petro y su comitiva se desplazaron por tierra, dejando una discreta estela de CO2, hasta Caldono, donde el gran incumplido exaltó el valor del tiempo, que no le alcanzará, al parecer, para cambiar, en cuatro años, todo lo malo que se ha hecho en los quinientos anteriores.

Dejando de lado las conjeturas sobre si el mensaje acerca de la fugacidad del tiempo es para ambientar la necesidad de prolongar su mandato por dos o tres períodos, lo indudable es que su discurso en esa localidad, el pasado 12 de octubre, es el más diciente salido de su irrefrenable locuacidad.

Exceptuando lo del “enemigo interior”, que tocaré antes de pasar a mayores, poco se ha comentado del resto de esa intervención de 39 minutos (que he seguido en la versión de la Presidencia, que puede estar editada), en la que Petro se expresó con el mayor desparpajo, revelador de su psicología e indicador del rumbo inexorable de su gobierno.

Acusó al “enemigo interior” de entorpecer la compra de los 3’000.000 de hectáreas, lo que se interpretó como advertencia dirigida al vetusto ministro de Hacienda, el único algo preparado de su gabinete, quien se había atrevido a decir que esa operación no puede hacerse con la emisión de TES.

Como la utilidad político-mediática de Ocampo no ha pasado todavía, de regreso a Bogotá Petro trinó:

“El enemigo interno es el acumulado de normas y efectos, todos en la Administración Nacional, durante décadas, para mantener intereses particulares poderosos e impedir los cambios en favor de la gente”.

Así que su “enemigo interno” no es una persona, sino un espíritu, obviamente mal intencionado, que —supongo— anima “normas y efectos”…

Dejando de lado lo abstruso y abscóndito del trino, da entonces la impresión de que el redomado materialista de su autor se acerca ahora al idealismo alemán o a un gaseoso espiritismo, para encontrar una manifestación vital que coordine esas “normas y efectos” en su contra.

A continuación, el orador defendió su plan de despojo de los cotizantes de pensión. Allí no ve expropiación. En cambio, sí acusa a los dos banqueros más ricos de haber “expropiado” —en favor propio, supongo— parte de los fondos pensionales.

La anterior es una acusación gravísima. Nadie ignora que el más rico de los banqueros es Luis Carlos Sarmiento, pero no sabemos quién es el segundo. No debe referirse al señor Vélez, quien opera en el Brasil, lo que nos conduce, quizás, a Gillinski.

Ahora bien, si a Petro le consta que esos banqueros han realizado esa expoliación, ¿cómo es que no los ha denunciado o expropiado? Si lo primero, es cómplice; si lo segundo, está en mora de hacerlo.

Más tarde volverá sobre la prensa de propiedad de los mismos dos banqueros. ¿Estará pensando en El Tiempo y Semana?

Desagradecido, entonces, con ambos magnates, cuyos medios adoptaron en sus publicaciones “la neutralidad omisiva”, que durante tantos años le permitió a Petro avanzar hacia el poder, desde el cual ahora podrá atemorizarlos, o expropiarles tanto los medios como los bancos, cuando llegue el momento en el proceso revolucionario.

A continuación habló de la sangre derramada de Gaitán, de los diálogos regionales vinculantes, de “Colombia, potencia mundial de la vida” y de los oligarcas que viven en Miami y Madrid, (¡pero no de los que descansan en palacetes de la Toscana!), para ocuparse luego de la “paz rápida” porque para él, los que militan en organizaciones armadas no son hijos de oligarcas ni herederos de esclavistas, categorías que una y otra vez salen a relucir en la perorata.

Siguió entonces hablando de la urgencia de una organización popular, que presione al gobierno y al Estado, formada por el pueblo, millones en las plazas, los campos y las universidades, dispuestos a acompañarlo y organizados como un movimiento social. A ese gobierno de multitudes le pide no perder ni un segundo, porque el tiempo vuela. De no contar con ese pueblo organizado, puede pasar lo mismo que con “la sangre de Gaitán, corriendo hacia las alcantarillas”.

Aumenta la calentura: el pueblo unificado, las fuerzas populares, la acumulación de resistencias milenarias… el tiempo que no tiene… Hay que cambiar en cuatro años lo que no ha cambiado en quinientos… Las razas no existen (pero más de una vez habla de un comité interétnico para asegurar la paz entre negritudes e indígenas... la distribución de las tierras de la reforma agraria… La Fiesta de la Raza es fascista (¡), y él la cambia por la Fiesta de la Resistencia…

También nos habla de funcionarios que solo quieren el billete (¡pero no habla de ciertas bolsas negras repletas de ellos!), y vuelve con la sangre de Gaitán y las alcantarillas…

Hago este mini resumen del discurso de Petro, el 12 de octubre en Caldono, ante la minga, e invito a los lectores para que tengan la paciencia masoquista de escucharlo, porque allí está él verdaderamente, encendiendo la lucha de clases en un país de terratenientes blancos, oligarcas y herederos de esclavistas. Petro en cambio “tiene que vestirse de paño cuando debe recibir gringos”.

Falta mucho, pero lo peor que puede hacerse es destruir la base extractivista de la economía nacional para convertir al país en un narcoestado; sustituir la democracia representativa por la dictadura tumultuaria; decrecer para nivelar por lo bajo; cambiar la agricultura productiva por la minifundista estéril; cambiar un sistema de salud de cobertura universal por otro de corte burocrático y clientelista; premiar la violencia con la impunidad; sostener la población a base de subsidios exiguos, en lugar de fomentar el crecimiento y la generación de empleo; y llevarnos a la órbita castro-chavista…

¡Cuando escucho al demagogo Petro en la plaza pública, veo con claridad quién es el verdadero enemigo interno!