Mostrando las entradas con la etiqueta Bueno y malo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Bueno y malo. Mostrar todas las entradas

viernes, 8 de septiembre de 2023

Eso que llamamos condición humana

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

Como tal vez les comenté alguna vez por aquí mismo, la imagen del Yin y el Yan, desde que conocí su significado, me impactó mucho: la circunferencia partida sinuosamente en dos, blanco y negro, tiene sendos puntos del color contrario en cada parte. Todo para decir que la realidad no es cuadriculada y exacta, que lo blanco tiene un punto negro y que lo negro tiene un punto blamco.

Simple y sencillo entendí que la vida es así, no siempre clara, recta y bien definida y que el ser humano también es otro tanto, de modo que el más bueno tiene un punto negro y el más malo tiene un punto blanco. Lo sabemos y a veces se nos olvida.

Cuentan de lo tierno que era con sus hijos Pablo Escobar, el narcoterrorista más buscado y fue esa actitud amorosa con los seres cercanos lo que lo hizo localizable para darlo de baja. Y no yendo tan lejos, los mismísimos santos fueron ante todo seres humanos de carne y hueso como lo somos usted y yo en este instante, de modo que también tuvieron defectos y cometieron errores. Nadie es perfecto.

Entonces, eso que llamamos condición humana es una realidad de a puño que nos muestra todos los días de qué esfamos hechos; somos humus, somos barro, somos frágiles, deleznables, lábiles, finitos. Uno resulta decepcionado de personas que montamos en un pedestal y de pronto la estatua se nos cae. Lo que habíamos idealizado y exaltado resulta siendo tan poca cosa y eso que considerábamos lo peor, lo más detestable, de pronto nos sorprende gratamente de modo realmente desconcertante. “No hay bonita sin su pero, ni fea sin su gracia” sentencia la sabiduría popular.

Con el paso de los años, y solo viviéndolos, es como poco a poco se aprenden estos secretos de la humana existencia. Me he ido convenciendo radicalmente de ello, tanto que quienes me rodean de pronto me sienten pesimistas. Yo les digo que realista, porque, aunque cruel la cosa, he visto tantos casos de personas que suscitaron confianza, esperanza, amor, ilusión, sueños, proyectos… y a la postre salieron con soberano chorro de babas. ¡Decepcionantes! Y a veces también me ha tocado ser testigo de personas de las que poco o nada se esperaría y resultan dándonos sorpresas inesperadas.

No nos podemos ir a los extremos, sin duda. No sería saludable ni objetivo. Tampoco estamos para radicalismos obsecados porque, es verdad, la realidad no es blanca y negra, sino que está cargada de variedad de grises, más todavía, es una paleta multicolor infinita. Eso es lo que llamamos nuestra condición humana, santos y pecadores, en simultánea. Tomar conciencia de ello nos hace más humanos, mas pacientes, más misericordiosos, menos taxativos y radicales. A mí por lo menos me ha tocado hacer el esfuerzo y entrar en una dinámica de transformación y flexibilización. Y en estos tiempos de polarizaciones y posturas extremas, viene bien al menos reflexionarlo, ponderarlo, internalizarlo. Quizás otra suerte nos espere. Y el que se sienta exento de esta realidad, que tire la primera piedra.

viernes, 30 de octubre de 2020

Vivimos entre opuestos

José Leonardo Rincón Contreras
José Leonardo Rincón, S. J.*

Vida y muerte, salud y enfermedad, pobreza y riqueza, día y noche, bueno y malo, izquierda y derecha, arriba y abajo, norte y sur, pecado y gracia, blanco y negro, son apenas algunos de los opuestos entre los que nos movemos en nuestra cotidianidad. Lo curioso es que al darles una connotación moral, uno de los dos queda mal parado. Así las cosas, retomando este listado que hice al azar, muerte, enfermedad, pobreza, noche, malo, izquierda, abajo, sur, pecado, negro… serían los “malos” del paseo. No necesariamente, porque si todo fuera así, ¿cuál sería la suerte entonces entre hombre y mujer, millonarios y santafé, soltero y casado, joven y viejo, etcétera?

Todas estas realidades coexisten simultáneamente y son necesarias. Hacen parte de la diversidad, la pluralidad, la diferencia. Y son, finalmente, las que le dan variedad, colorido y sabor a la existencia. ¿Qué tal todos hombres, eternos, solteros, ricos, haciendo lo mismo, comiendo lo mismo? ¡Guácala!

Desde pequeños, poco a poco, conscientes de esta realidad, deberíamos aprender a entenderla, a convivir con ella, a respetarla, a apreciarla, a valorarla, a discernirla. Para eso nos fue dada la libertad, primero para experimentar y vivir, para conocer y entender, reflexionar para optar, para escoger y decidir y también para actuar. No para que otros nos digan cómo tenemos que pensar, qué es lo que tenemos que decir, cómo debemos proceder. No somos clones fabricados en serie. Nuestro reto es ser auténticos y la educación debería gastar sus energías proporcionando los elementos, los insumos, las herramientas para que cada uno en su leal saber y entender actúe de conformidad con su conciencia.

Nos quieren a la brava obligar a que se es blanco o negro y no. Hay variedad de grises, es más, hay muchísimos colores. O somos de Millos o somos Cardenales, no. Soy del Verde. O somos capitalistas o somos comunistas, ¡tampoco!. O Trump o Putin: ¡ninguno! Y aquí, en la política criolla, o del uno o del otro y que venga el diablo y escoja porque a cuál más dañino.

Entonces, a otro perro con ese hueso de la polarización enfermiza y perversa, intolerante y destructiva que está acabando con lo poquito de paz que nos quedaba. ¿Qué es lo quieren esas maquinarias diabólicas?: una guerra civil, que corran más ríos de sangre, más desgracia, más muerte y destrucción. Por las tierras del Tío Sam están en las mismas y quieren dizque colombianizar su proceso electoral, qué barbaridad. Ni que fueran estos sujetos tan maravillosos. Razón tenían cuando nos enseñaron que el que no conoce la historia está condenado a repetirla. Y me da la sensación de que estamos otra vez en 1939, con Hitler, Mussolini, Stalin, Franco… claro, reencarnados en estas tierras de Indias. Y el pueblo, en masa, feliz aplaudiendo a estos “héroes” que irreversiblemente lo conducirán a la debacle. ¿El eterno retorno?