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sábado, 16 de septiembre de 2023

Homenaje a mis amigos

José Leonardo Rincón Contreras
José Leonardo Rincón, S. J.

Al celebrar el día del amor y la amistad, quiero felicitar y agradecer a mis amigos por su vida, por su cercanía y afecto. Bien lo dice el libro del eclesiástico: quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro. Y yo tengo que confesar que por la gracia de Dios he sido y sigo siendo muy rico.

Hoy quiero rendir breve pero sentido homenaje a algunos de esos amigos y amigas que sigo llevando en el corazón pero que físicamente ya no están aquí, pues gozan de la presencia de Dios.

Sara, tía y madrina. Me puso a escoger entre si yo era su pollo condenado o pollo sinvergüenza, por supuesto escogí ser condenado. Compañera de paseos por el Parque Nacional. Me confió dar mi primera clase en su academia de corte y confección cuando apenas tenía yo 5 años, haciendo un dictado para calificar ortografía.

Urbano Duque, hermano jesuita, profesor de arte. Me convertí en su secretario en la naciente academia que configuraba al lado de Ignacio Castillo Cervantes. Fue él el primero en conocer y apoyar mi vocación de jesuita.

Chucho Sanín, rector del templo de San Ignacio y director del Apostolado de la Oración y de la revista El Mensajero, creyó en mí para confiarme las llaves de la Iglesia, fundar un grupo juvenil y escribir artículos en la revista.

Guaro, le decíamos cariñosamente a Eustaquio Guarín, jesuita santandereano con quien me hice muy cercano mientras estudiaba educación y vivía en La Merced. Ejemplo de fortaleza y tenacidad, siempre sonriente mientras un cáncer consumía su existencia.

Mijito, llamábamos a Eduardo Briceño, exprovincial y asistente del padre Arrupe, bueno como el pan fresco y quien ya anciano fuese mi padre espiritual. Me regaló sus apuntes de Ejercicios Espirituales, los mismos que me había pedido organizarle.

José Carlos Jaramillo, este viejo tenía el don de la eterna juventud. A más de 70 y se iba de campamento misión con jóvenes que lo querían a rabiar. Pataepollo fue un paisa nacido en Soacha, gruñón y refunfuñón, simpático y encantador, descarado pescador de vocaciones para la Compañía.

Nancy Ramírez, líder popular del barrio Santa Rosa en el centro oriente de Bogotá. Mujer humilde, sin mayores estudios, pero de una fe admirable y un corazón gigante, cuidó varias generaciones de niños y jóvenes, dándoles afecto y comida, salvándolos de los vicios y la violencia. De salud frágil siempre salía airosa hasta que su cuerpo ya no dio más. Confidente espiritual.

Horacio Arango, fue mi superior, provincial, súbdito, sucesor, compañero. Las diferencias futbolísticas y su humor pícaro nos acercaron de corazón. ¿Cómo olvidarlo si siempre creyó en mi para confiarme delicadas responsabilidades? Con el gordo Pilín nos confabulábamos para atormentarlo por sus simpáticas “fechorías”.

Julio Jiménez, padrino de ordenación hace 30 años. Con él aprendí a dar Ejercicios Espirituales. Siendo mi rector en magisterio en Bucaramanga, me enseñó a dirigir un colegio en clave pastoral, me puso al frente del FAS y me apoyó decididamente en la creación del Curso Taller Nacional de Formación Integral. Siempre me hacía reflejos estimulantes a estos escritos de los viernes.

Guillermo Salerno, argentino, propietario de la editorial Kapeluz. Hubo clic de sintonía desde que nos conocimos estando yo de presidente de CONACED, amigo de infancia de Francisco, me puso la nada fácil tarea de escribir al lado de Borges el nuevo prólogo al libro de Leopoldo Lugones: el Imperio Jesuítico. Copito de nieve, por su cabeza ya blanca, lo nombré Cardenal in-pectore.

No están todos. Habrá ocasión para un nuevo homenaje a esos que faltan. Ellos y ellas. Los llevo en mi recuerdo con gratitud. Dios los premie. Amigos inolvidables. De verdad, no he sido rico, he sido millonario, con esos amigos.

martes, 4 de julio de 2023

De cara al porvenir: compañeros de viaje

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal

A uno le toca en suerte la familia que le corresponde. Uno selecciona a su pareja. Además, la vida le va presentando opciones y escoges a tus amigos. En el mundo académico te corresponde interactuar con muchos compañeros, profesores y personal administrativo y cosa semejante ocurre en el mundo laboral.

Sin embargo, hay personas que van apareciendo dentro de tu transcurrir cotidiano y debido a los pequeños ciclos, a las frecuencias, a las rutinas, a los hábitos y a las costumbres, se van estableciendo relaciones informales de saludo, de transacción o simplemente de paso que de alguna manera rodean tu vida de pequeñas o grandes ayudas y colaboraciones al satisfacer muchas de las necesidades, antojos o vivencias que se dan en el día a día.

La sola posibilidad de un saludo y una sonrisa puede cambiar el semblante de todo un largo día.

Yo he sido particularmente afortunado y me he encontrado con proveedores, amigos que me han acompañado en un gran trayecto de mi vida. Imposible mencionarlos a todos y de antemano mis disculpas si cometo injustas omisiones por lamentables olvidos. Hablaré de funciones y no de personas, pero con todo el afecto y la gratitud de mi alma.

Cómo no agradecer la presencia de porteros, vigilantes y personal de oficios varios y jardineros de los lugares de vivienda, de estudio y de trabajo. Mi reconocimiento para la señora que apoya en el servicio doméstico. Imposible no reconocer la diligencia y oportunidad de aquellos expertos en arreglar daños domiciliarios de todo tipo y que nos sacan de verdaderos enredos. A quienes realizan el mantenimiento de los electrodomésticos, gasodomésticos, acuarios y jardines. Como no recordar a nuestro gran confidente, el asesor tributario. Al mecánico, al sastre, al peluquero, al zapatero, al carnicero, al vendedor de frutas y verduras, al aprovisionador de aguacates, al técnico que repara el bendito computador cuando le da por dañarse en medio de un trabajo encarretador. Imposible subsistir sin nuestro médico de cabecera y los distintos especialistas, así como nuestro odontólogo. Mención especial para mi secretaria, la señora del servicio en la oficina y para el mensajero.

Los cajeros de los bancos, los maîtres (meseros) que se vuelven conocedores de los gustos y cómplices de los ocasionales excesos gastronómicos. A quienes atienden en los almacenes que frecuentamos y van conociendo nuestros gustos y preferencias a fuerza de costumbre. Las secretarias de las oficinas que periódicamente visitamos y que amablemente nos atienden y dan información apropiada. En mi caso a los veterinarios que atienden a mis mascotas con profesionalismo y delicadeza. Las cajeras y empacadores de los supermercados. La persona que nos atiende en la charcutería. El señor del puesto de revistas y periódicos, el embolador, los instaladores de cortinas y los que lavan los tapetes, la persona que atiende la farmacia, nuestro librero siempre pendiente de las últimas novedades, el asesor de seguros, entre un sinnúmero de humanos que nos facilitan la vida y la hacen más llevadera.

Soy un verdadero admirador de los artes y de los oficios y considero que en nuestro entorno cultural no los hemos sabido valorar adecuadamente.

Sin distingos de ninguna clase, este conjunto de hombres y mujeres se han convertido en parte de mi familia ampliada.

Además, seres a quienes no distingo por su nombre pero que valoro y respeto como garantes de mi tranquilidad: soldados, policías, agentes de tránsito, bomberos, jueces, sacerdotes, entre otros.

Humanos que, desde lo cultural, lo deportivo y lo artístico me entretienen y me permiten desfogar mis tensiones: futbolistas, cantantes, actores, pintores, escritores, poetas, escultores, etc.

A aquellos que se han convertido en verdaderos servidores públicos y que hacen con su labor, que mi lugar de residencia sea amable y digno.

A todos y cada uno de ellos mi reconocimiento por hacer de la vida y de mi paso por el planeta, una experiencia más llevadera.