miércoles, 3 de diciembre de 2025

Banalización del escándalo

José Alvear Sanín
José Alvear Sanín

En ninguno de los 1205 días de Petro ha faltado un escándalo, sea el conato delictivo, la calumnia, el encubrimiento de desfalcos, la justificación de secuaces o el desmentido de hechos evidentes, siempre dentro del exhibicionismo procaz, el odio, la vulgaridad y la desfachatez que motivan todos sus actos.

No contento con batir todos los récords mundiales de la indignidad, algunos días protagoniza dos y hasta tres escándalos adicionales al habitual, esto, sin tener en cuenta los trinos de su incontenible verborrea de enajenado, lo que nos lleva a calcular un promedio ponderado de 1.3 escándalos diarios, lo que eleva a 1566 el número de sus asquerosas tergiversaciones y repugnantes manifestaciones de impreparación, ignorancia, imprudencia, insidia, inverecundia, mendacidad y malevolencia.

No creo que, en la historia universal, a partir de Calígula, se registre nada comparable. En múltiples ocasiones ha bastado con un mero escándalo para la caída de gobernantes. En general, los peores déspotas disimulan sus actos perversos y hasta aparentan virtud, mientras el nuestro, en cambio, se solaza en la abyección.

Con la monótona repetición de actos obscenos, protervos y nauseabundos, Petro ha logrado banalizar el escándalo hasta convertirlo en un ejercicio rutinario, que no le ocasiona efectos políticos desfavorables. El país se ha acostumbrado a considerar que la indignidad presidencial es algo inevitable y baladí.

En consecuencia, ese individuo puede ejercer el poder, cada día con mayor arrogancia y procacidad, sabedor, además, de que nada le pasará, siempre que pueda contar con fiscalías y procuradurías de bolsillo; Congreso venal; judicatura entre infiltrada y logrera; programación filtrada y fletada en radio y tv; jefes políticos acomodaticios, timoratos o chantajeables...

Como los escándalos son pan de cada día, es prácticamente imposible señalar los 12 o 24 peores. De esta manera, los dos más alarmantes de esta semana –la colaboración de Fiscalía y Gobierno en las actividades de los amables “gestores de paz”, y la compra de los aviones más caros y menos bien reputados–, tampoco van a estremecer al país ni afectarán al orondo rufián que nos desgobierna. Al fin y al cabo, ya dizque apenas le faltan ocho meses...

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Mientras haya “mermelada”, es bien posible que el Congreso dicte la Ley de Financiamiento y que la Corte Constitucional declare exequible el raponazo del sistema pensional.

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El único colombiano que no ha sido perjudicado por el Gobierno de Petro es Jhovanoty, simpático bufón que llena todos los auditorios.