martes, 26 de agosto de 2025

La Amazonía dominada por grupos al margen de la ley

José Hilario López Agudelo
José Hilario López Agudelo

Acaba de concluir en Bogotá la V Cumbre de presidentes de los Estados Miembros del Tratado de la Cuenca Amazónica (OTCA), antesala de COP30 a celebrarse a finales del presente año en Belém de Pará, donde se debatió la carta que los países amazónicos van a jugar para proteger la mayor selva y pulmón del mundo. En términos tangibles, el mayor logro de la V Cumbre fue establecer las reglas de juego para que, finalmente, opere un mecanismo de cogobierno de los pueblos indígenas dentro de la OTCA. Otro compromiso para resaltar de esta Cumbre fue el respaldo al lanzamiento de un fondo para proteger el bioma amazónico, garantizar la participación de los indígenas en la toma de decisiones de la organización y la inauguración de un centro internacional de inteligencia policial en Manaos, Brasil.

La Amazonía noroccidental, en su mayor parte territorio colombiano, compartido con Ecuador, Perú y Brasil es una región que cumple una función estratégica vital dentro del gran bioma amazónico. En la cuenca hidrográfica del río Putumayo y en parte del denominado Trapecio Amazónico se conforma la conexión entre las altas montañas andinas y la planicie amazónica. Justamente estas dos subregiones, las más vulnerables por su valor ecosistémico y geopolítico de la Amazonia, se han convertido en territorios en disputa por múltiples actores al margen de la ley, atraídos por actividades ilegales, que compiten por la extracción de los recursos naturales (forestales y mineros), generando una crisis multidimensional que amenaza no sólo la vida y el equilibrio ambiental, sino también la democracia, la seguridad climática y la estabilidad regional.

La profesora Dolors Armenteras directora del grupo brasilero de Investigación Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod), señala que “si se pierde la conectividad entre los Andes y la Amazonia baja, se rompe el delicado equilibrio de procesos vitales como el ciclo del agua, el transporte de nutrientes y las migraciones de especies, tanto terrestres como acuáticas, fundamentales para la salud ecológica de toda la región, y sin duda del planeta.

El informe “Amazonía en disputa. Seguridad climática y conflictos socioambientales en la Amazonía noroccidental”, presentado por la V Cumbre de la OTCA, hace un llamado urgente a los Estados, la sociedad civil y la comunidad internacional a actuar de manera decidida ante una realidad crítica[1]. Según el presidente Lula da Silva, en la Amazonía operan hasta 17 organizaciones criminales compitiendo por el control del territorio. Justamente las dos subregiones atrás mencionadas (Cuenca del río Putumayo y Trapecito Amazónico) son las que enfrentan mayores y crecientes presiones por la expansión de actividades extractivas.

La realidad de una Amazonía en disputa remite a un escenario de confrontación territorial multisectorial. No se trata únicamente de un conflicto entre actores legales e ilegales, sino de una lucha por el significado mismo del territorio, su uso, su gobernanza y su futuro. Según la OTCA, en el centro de esa disputa confluyen los siguientes conflictos:

Disputas ambientales. Enfrentamientos entre actores con intereses, valores o modelos de desarrollo contrapuestos, en contextos de desigualdad, debilidad institucional y presiones extractivas sobre uno de los ecosistemas más biodiversos del planeta. Estas disputas, provocan pérdida de bosque afectando su capacidad de regulación climática y su capacidad de absorción de carbono.

Disputas de capital. Conflictos estructurales entre diferentes formas de acumulación, inversión y extracción de valor en los territorios amazónicos, en los que actores legales, ilegales e híbridos compiten por controlar tierras, recursos, rentas y circuitos logísticos. Estos conflictos convierten el territorio en mercancía y giran alrededor de los recursos de la Amazonía, incluyendo minerales estratégicos, tierras raras, el agua, el oro, la fauna y la flora, así como la riqueza biológica del bioma. La demanda internacional por commodities juega un papel central en estos conflictos, que se acentúan sobre las zonas fronterizas y su funcionalidad geográfica en términos de corredores y rutas que conectan la Amazonía con los mercados internacionales.

Disputas del crimen organizado. Las economías ilícitas y los grupos que las regulan imponen normas y reglas para controlar territorios y poblaciones de su interés. Esta imposición se traduce en una gobernanza de facto, en donde la violencia se convierte en una forma de castigo y en donde se generan vínculos entre las economías ilícitas, las economías lícitas y las economías informales. La competencia por el control o la regulación de las economías ilícitas y sus enclaves se traduce en un incremento de la violencia o de otras formas de control social, como la extorsión.

Disputas comunitarias. Se trata de conflictos entre actores sociales del mismo territorio o región, generalmente pueblos indígenas, comunidades campesinas, colonos, ribereños o afrodescendientes, que compiten o entran en tensión por el uso, acceso, control o reconocimiento de derechos sobre la tierra, los recursos naturales, las formas de gobernanza local o las relaciones con actores externos. Estos actores comunitarios, que juegan un papel central en la protección y conservación del bosque, son muchas veces deslegitimados en procesos de decisión estatal y empresarial.

Disputas institucionales. Este conflicto se genera por la competencia entre diferentes formas de estatalidad, compuestas por instituciones muchas veces fragmentadas, superpuestas y contradictorias, que oscilan entre la protección formal y la captura corporativa y estatal. Estas disputas incluyen la administración de justicia, la regulación ambiental, el poder local o el control fronterizo; campos en los que intereses privados logran poner las instituciones públicas a su servicio, provocando un proceso de erosión democrática sin precedentes.

Tampoco se presentan de manera aislada unas de otras, pues en el ámbito territorial se dan en el marco de una superposición de territorialidades, actores, recursos, capacidades e intereses, donde se manifiesta la complejidad de la crisis de la Amazonía. Más allá de la clasificación analítica, el abordaje de estas disputas, y de la disputa por la Amazonía en general requiere un abordaje integral y multiescalar. Este entramado de territorialidades produce un mapa cambiante de conflictos socioambientales, donde las fronteras entre lo legal y lo ilegal, lo público y lo privado, lo político y lo criminal, son constantemente redefinidas.

La Amazonía Noroccidental es un territorio en disputa por múltiples razones interrelacionadas, que van desde intereses económicos y geopolíticos hasta dinámicas criminales, tensiones sociales y desafíos ambientales. Su importancia estratégica y su vulnerabilidad la convierten en uno de los escenarios más críticos para la seguridad ambiental, climática y humana en el siglo XXI, el cual no es ajeno a la creciente polarización política y a la competencia internacional entre las grandes potencias. Comprender la relación entre esas disputas permitirá encontrar la forma apropiada de fortalecer las capacidades de los gobiernos amazónicos, la sociedad civil, y las organizaciones regionales, para desarrollar acciones dirigidas al control de la criminalidad organizada en la región, así como a la mitigación de sus impactos ambientales. Mientras la polarización frente a temas como el cambio climático aumenta en los foros internacionales, y las negociaciones políticas sobre responsabilidades y compromisos de los diferentes Estados avanzan lentamente, la pérdida de superficie boscosa y de biodiversidad en la Amazonía continúa acelerándose.

Esperemos que los gobiernos de la región noroccidental de la Amazonia - Colombia, Ecuador, Perú y Brasil, la COP30 - y la comunidad internacional se responsabilicen de un gran proyecto internacional para salvar la Amazonia de su inminente destrucción, a que la están precipitando los grupos al margen y la ley. Las demás acciones, tales como empoderar a las comunidades indígenas de la gobernanza de sus territorios, están supeditadas a que la institucionalidad recupere el control de la de la Amazonia Noroccidental.

Amagá (Antioquia), 25 de agosto de 2025.