jueves, 24 de julio de 2025

Vivimos en un holobionte

Fredy Angarita
Fredy Angarita

Hace poco participé en un taller llamado Somos naturaleza. Allí, entre reflexiones, ejercicios colectivos y lecturas compartidas, me encontré con una teoría que me resonó profundamente. Proviene de la filósofa y bióloga feminista Donna Haraway, y fue como un golpe profundo: una invitación a pensar de otro modo.

En su libro Seguir con el problema, Haraway nos propone dejar de entender el mundo desde divisiones rígidas: humano / naturaleza, ciencia / cultura, yo / otros. Nos invita a pensar en red, en lo tentacular, en lo híbrido. En lugar de buscar soluciones tecnocráticas o resignarnos al desastre, sugiere algo más radical: componer mundos con otros, animales, bacterias, plantas, (…) con lo viviente en toda su complejidad, y sumarle las teorías, las tecnologías, las ciencias, etcétera.

En ese taller aprendí una palabra nueva que me acompaña desde entonces: holobionte.

Haraway lo repite en distintos textos: “Ningún ser vivo es singular; todos somos holobiontes.” Un holobionte es un ser compuesto por muchos organismos que coexisten en simbiosis. Es decir: tú no eres solo tú. Eres una comunidad. Tu cuerpo está formado por células humanas, pero también por millones de bacterias, virus, hongos, microorganismos. No somos individuos aislados, somos sistemas vivos interdependientes. La noción de holobionte proviene de la biología, pero hoy se expande a las humanidades, a la política, a lo social.

¿Y si pensáramos la sociedad como un holobionte?

Encontré una analogía que también me sigue dando vueltas:

Elemento del holobionte

Analogía de la sociedad

Célula humana principal

Individuo humano (ciudadano, persona común)

Bacterias simbióticas

Redes de apoyo, comunidad, familia, vecinos

Virus latentes

Conflictos sociales, traumas, tensiones históricas

Microorganismos oportunistas

Corrupción, violencia estructural, oportunismo

Interacción simbiótica o patológica

Solidaridad o fragmentación social

Ecosistema del cuerpo (intestino, piel)

Barrio, ciudad, territorio

Sistema inmune

Justicia, educación, instituciones sociales

Pensar así cambia muchas cosas. Nos recuerda que:

* Una sociedad no puede estar sana si sus “microorganismos” están en guerra.

* La diversidad no es amenaza, es sostén de la vida.

* No existe la autonomía absoluta, somos red, cuerpo extendido, sistema colectivo.

* La violencia es como un virus: se reactiva cuando el sistema inmunológico (la justicia, la educación, el diálogo) se debilita.

Desde esta mirada, la convivencia no es una meta: es una condición de supervivencia. No hay bienestar posible si uno cree que puede salvarse solo, no hay justicia que funcione sin tejido social, no hay futuro sin interdependencia.

Vivimos en un holobionte

Y tal vez la pregunta no sea cómo curar el sistema, sino cómo cuidar la red, cómo nutrirla, cómo desintoxicarla, cómo volver a escucharla.

Al final, como diría Haraway, no se trata de salir del problema, sino de aprender a vivir con él, con otros, entre otros, en compañía de lo vivo.

1 comentario:

  1. Excelente reflexión, volvemos al principio...el statu Quo girando

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