Luis Alfonso García Carmona
(Primera parte)
Para muchos “El
arte de la guerra”, de Sun, Tzu, es el tratado más antiguo que se
conoce sobres estrategia militar, pero en la actualidad ha pasado a ser una
síntesis de máximas útiles en las labores empresariales y en los retos
personales, que debemos aprovechar en la terrible coyuntura que atraviesa
nuestro país.
Trataremos de
extraer de ese pozo de sabiduría algunas directrices que nos ayuden a escoger
el camino correcto en la tarea de salvar a Colombia.
1. No reflexionar
seriamente sobre todo lo que le ocurre a Colombia con la torpe y
malintencionada gestión de la camarilla de extrema izquierda que nos
desgobierna “es dar prueba de una culpable indiferencia en lo que respecta a
la conservación o pérdida de lo que nos es más querido”, el futuro del país
y de las próximas generaciones de colombianos.
2. Entre los
factores que debemos analizar, en comparación con la fuerza rival (la
izquierda), vale la pena mencionar:
a) La doctrina:
es aquello que incita al pueblo a seguir a sus superiores donde sea, sin temor
por sus vidas o por los peligros que tenga que afrontar. En la narrativa de la
izquierda se ha logrado configurar un bloque de falacias que impresiona a las
masas, logra captar su entusiasmo y fanatismo, hasta el punto de impedirles
cualquier raciocinio. Lo han demostrado históricamente augurando el triunfo del
comunismo y el fracaso del capitalismo y de la empresa privada, lo que nunca se
ha logrado. Por el contrario, potencias comunistas como China y Rusia, han
resuelto abrir su economía al libre mercado, mientras conservan una dictatorial
vigilancia sobre la población para evitar cualquier rebelión contra su sistema
político.
Contra ese avance
doctrinal sólo existe una derecha sin uniformidad en sus tesis, timorata
frente a la mediática estigmatización que los grandes medios convencionales y
virtuales adelantan en su contra desde hace varias décadas, con la complicidad
de la dirigencia política que prefiere autodenominarse “de centro” para
evitar una abierta confrontación con la agresividad comunista. Ha carecido la derecha
de una contundente acción en defensa de los principios y valores de la democracia,
del Estado de derecho, del orden constitucional, de la solidaridad con los más
vulnerables, de la protección de la propiedad privada, de la generación de
empleo, y de la defensa de los ciudadanos en su vida, sus bienes y su dignidad
frente al Estado.
A falta de un
impactante discurso que pueda enfrentar las mendacidades de la izquierda han caído
los líderes de la llamada “oposición”, así como los aspirantes a la
Presidencia de la República, en la improductiva repetición de retóricas
protestas contra los actos y declaraciones de los gobernantes de turno y sus esbirros.
Olvidan que sus actos y omisiones sólo buscan perpetuar al régimen
fraudulento en el poder y que sus grotescas propuestas son meras “cortinas
de humo” para ocultar su desbordada corrupción, su mediocridad y el
descarado derroche de los recursos públicos.
b) El mando
debe tener las siguientes cualidades: sabiduría, sinceridad, benevolencia,
coraje y disciplina. No parece estar muy dotado de estas virtudes el mando
de nuestro enemigo. Pero suple con las enormes inversiones en publicidad
(bodegas virtuales, espacios en las redes sociales, propaganda política pagada
por el Estado) esa desfavorable imagen para crear otra, totalmente irreal y
contraevidente, para posicionar al guerrillero presidente con ribetes de héroe,
líder continental y defensor del pueblo contra imaginarios enemigos como “la
oligarquía de los ricos blanquitos” y otras sandeces por el estilo.
Tampoco encontramos
líderes en las filas de la derecha con esas cualidades, ya que la clase
política ha sido cooptada por el poder del dinero, y por sus propias ambiciones,
y ha abandonado toda lucha erguida y valiente frente a la dictadura.
Cualquier analista de nuestra realidad política estará de acuerdo en que la
verdadera oposición la ha librado, aunque en forma desordenada, la población
civil, incluyendo en esta una parte de los veteranos de la Fuerza Pública.
Urge la aparición de una figura sabia, transparente, sin nexos con la extrema
izquierda ni con la corrupta politiquería, que tome la bandera del movimiento
de reconstrucción moral y material del país y la derrota del
totalitario régimen petrista.
c) La disciplina
u organización de los recursos humanos, financieros, y toda la logística
necesaria para la batalla es otro factor determinante de la victoria. El
enemigo tiene acceso a los recursos del Estado, a los aportes de la guerrilla y
de gobiernos dictatoriales de izquierda, a las ayudas de los corruptos y
narcotraficantes que colaboraron en la campaña presidencial y a los recursos inagotables
de la corrupción, que, como se ha evidenciado en estos 2 años y 8 meses de
gestión, son captados y destinados por funcionarios del gobierno y aliados
suyos del Congreso. Con este voluminoso músculo financiero se financia
la publicidad, la compra de votos, la enajenación de las conciencias de quienes
deben tomar decisiones judiciales, la repetición corregida y aumentada del
fraude electoral perpetrado en el 2022 y la movilización del activismo político
a niveles inalcanzables para las fuerzas opositoras.
Es una manifiesta
debilidad de nuestro bando en la lucha que afrontamos. No existe una
organización unitaria de opositores al régimen de Petro. Actúan por su
cuenta varios partidos que afirman ser de oposición, pero, más allá de esa autodenominación,
es poco lo que aportan a una verdadera lucha contra un enemigo implacable,
dispuesto a utilizar “todas las formas de lucha” como lo enseña su
cartilla de acción política. Pruebas al canto: la dirigencia política de
oposición se ha abstenido de apoyar e impulsar el único procedimiento
constitucional que existe para separar al guerrillero presidente de su cargo
por haber violado los topes de gastos en su campaña, cual es el juicio político
que cursa en la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes. En el
seno de cada partido, algunos de sus miembros actúan en contra de lo que debe
entenderse como una oposición real, no de boca. Apoyan proyectos del
gobierno o, simplemente, contribuyen con su presencia para que la votación
cuente con el quórum reglamentario. Critican las declaraciones del
presidente y sus ministros o protestan contra sus actuaciones para guardar las
formas, pero se niegan a actuar para producir la salida del cargo del jefe de
la camarilla gobernante. Se ha registrado el aberrante caso de un representante
del Centro Democrático que funge como opositor, pero ha presentado varias
recusaciones ante la Comisión de Acusaciones que han logrado paralizar el
trámite del juicio, lo cual enerva la terminación del proceso.
Por fuera de esta
colcha de retazos que llamamos “oposición”, podemos contar solamente con un movimiento
masivo, espontáneo, independiente de los partidos políticos, que ha
expresado en forma colectiva (en los espacios públicos, en las encuestas y en
las redes sociales) el mayoritario rechazo de la población colombiana al
gobierno del Pacto Histórico, a su ideología enmarcada en el “socialismo
del siglo XXI”, y a la pésima gestión que tiene al país naufragando en la mayor
crisis moral y material de su historia. Da cuenta este fenómeno político de
la orientación opuesta a la izquierda en la mayoría de nuestra población,
pero falta la organización que traduzca esa tendencia generalizada en concretos
hechos políticos. Se requiere la organización de un movimiento político
con un programa concreto de reformas que compartan la mayoría de los
colombianos; con un mando sabio, transparente y con el coraje necesario para
dar la batalla cultural contra la izquierda; y con los recursos
materiales y logísticos suficientes para dar la pelea en condiciones que
ofrezcan una posibilidad de triunfo.
Concluyo esta
primera parte con la siguiente máxima de Sun, Tzu: “Con una evaluación
cuidadosa, uno puede vencer; sin ella, no puede. Muchas menos oportunidades de
victoria tendrá aquel que no realiza cálculos en absoluto.”