lunes, 26 de mayo de 2025

Colombia en alerta

Andrés de Bedout Jaramillo
Andrés de Bedout Jaramillo

El gobierno nacional, desesperado, ha arreciado su accionar orientado a generar una conmoción interior, que le permita ampliar su periodo presidencial por dos años más.

Están citando para el miércoles y jueves una huelga nacional, para presionar la consulta popular recientemente presentada, con las doce preguntas negadas y cuatro más sobre la salud; insisten en revivir los setecientos mil millones del muy deteriorado presupuesto nacional, inmerso en una delicada crisis fiscal, para destinarlo a pura politiquería, que apalanque el miedo que el presidente infunde en todas sus intervenciones, con un estallido social, de unas minorías pagadas y transportadas con nuestros impuestos, a las que la fuerza pública no puede tocar, por orden del comandante en jefe, el presidente Petro.

Parece que lo que quiere Petro, es que los ciudadanos salgamos a atajar a esa primera línea ya que la fuerza pública seguirá amarrada.

No nos podemos dejar provocar, debemos continuar con nuestras vidas normales, estudiando, trabajando, cumpliendo con nuestros deberes.

Mientras tanto, en la Comisión Cuarta del Senado, se discute la reforma laboral concertada, que pueda ser de utilidad para los colombianos, atacando el verdadero problema violatorio de los derechos de los trabajadores: la informalidad.

Este lunes tendrán las ponencias, una concertada de las mayorías y otra ceñida totalmente a la reforma negada en la Comisión Séptima; no se le permitió a los de El Pacto Histórico ninguna concertación.

Cada paso que dan confirma el interés en el odio, la confrontación, la no conciliación, que permitan una conmoción interior, con miras a extender el mandato presidencial por dos años más, cerrar el Congreso de la República y establecer las bases de una dictadura, estilo Venezuela.

Si logramos superar esta semana y el Congreso en la plenaria del Senado aprueba la ponencia de la reforma laboral concertada y logran hundir la nueva solicitud de consulta popular, estaremos mejorando sustancialmente la posición de la oposición al Gobierno Petro. Hasta de pronto las distintas fuerzas opositoras se puedan formar el frente común requerido para enfrentar a la fiera diabólica, que ya debe estar planeando su próximo paso para incendiar al país, acabarlo de destruir y someterlo a sus pies, bajo “la informalidad” de los trabajadores, donde no se respetan ni el salario mínimo, ni las vacaciones, ni los aportes a salud, pensiones y riesgos, ni extras, ni dominicales, ni festivos, ni jornada laboral, desconociendo que es a ese (más del 60 % de la población laboral) al que debe apuntar la reforma, por el bien del país.

En el mal llamado reciente Cabildo en Barranquilla, fue notorio el grado de enajenación mental al que ha llegado el presidente Petro, donde fueron muy escasos los aplausos de los presentes, llegados de varios municipios costeños, atraídos por la posibilidad de un paseo en buses Pullman, con refrigerio, comida y bolsa de mercado incluida, desvirtuando una verdadera intención de acompañar la huelga indefinida convocada por el presidente. La huelga le permita justificar la “conmoción interior” requerida para la ampliación de su periodo, evitando las elecciones del 2026, bajo el relato mentiroso de que con “la consulta popular” se lograran derechos para los trabajadores, cuando hasta los derechos actuales existentes, se violan en la informalidad, que emplea un amplio porcentaje de la fuerza laboral de nuestro país.

Al interior de El Pacto Histórico, existe un grupo grande de hombres y mujeres, que hacen parte de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, que en forma irresponsable acolitan y aplauden el caos que hoy reina en Colombia, bajo el desorden y la corrupción, de un Gobierno que no tiene para mostrar ninguna solución a los problemas que nos aquejan, por incapacidad física y mental para gobernar. Lo más preocupante, la dedicación exclusiva de recursos físicos, económicos y humanos a politiquear por el país y por el mundo, esparciendo las semillas del odio y de la conmoción interior que permita suspender las elecciones en los primeros meses del 2026.

Mientras tanto, al interior de El Pacto Histórico, un grupo importante de hombres y mujeres, víctimas del matoneo de Petro, Benedetti y los secuaces a los que muy poco importa el futuro del país, aparentan continuar fieles al proyecto del presidente, mientras les remuerde sus conciencias y les impide continuar fieles a quien los despidió, por actuar responsable y correctamente. Este sector del Pacto Histórico, con la gran cantidad de arrepentidos, que en su momento acompañaron a Petro y públicamente han dejado de hacerlo, siendo responsables con el país, se están acercando a candidatos, sin vicios, austeros, con experiencia, coherentes, decentes, sin manchas de corrupción, capaces de tender puentes, formar equipos, respetar a los contrarios, sin tener que mentirles a los colombianos, ni prometerles lo incumplible.

Lo anterior justifica la disminución, en las encuestas, del porcentaje de aceptación que venía gozando el presidente, que se acercaba al 40 % y en la última encuesta bajó al 30 %. Y seguirá bajando, porque el pueblo se está cansando de tanta mentira, tanta corrupción, tanto despilfarro, tanta politiquería, además del irrespeto con sus intervenciones en estados mentales que lo ponen a decir y hacer, lo que en sano juicio no sería capaz.

Petro quiere contrarrestar su fracaso, infundiendo miedo y odio, atacando como un loco a todo el mundo, incluidos colaboradores que se la han jugado por su fracasado proyecto político.

Mientras tanto los empresarios formales grandes, medianos y pequeños, que son los que generan el trabajo digno en Colombia, siguen trabajando sin descanso, para llevar los bienes y servicios que demandan nuestro conciudadanos de todas las clases sociales, que buscan el bienestar y crecimiento de sus familias; son empleadores que no tienen tiempo de estar pendientes de las sandeces y politiquerías del presidente, que solo los distraería de sus quehaceres, llevándoles a situaciones económicas difíciles, donde nadie vendría a salvarlos.

Hoy más que nunca debemos encomendarnos al Espíritu Santo, para que nos ilumine y nos proteja.