Andrés de Bedout Jaramillo
El gobierno nacional, desesperado, ha arreciado
su accionar orientado a generar una conmoción interior, que le permita ampliar
su periodo presidencial por dos años más.
Están citando para el miércoles y jueves una
huelga nacional, para presionar la consulta popular recientemente presentada,
con las doce preguntas negadas y cuatro más sobre la salud; insisten en revivir
los setecientos mil millones del muy deteriorado presupuesto nacional, inmerso
en una delicada crisis fiscal, para destinarlo a pura politiquería, que
apalanque el miedo que el presidente infunde en todas sus intervenciones, con
un estallido social, de unas minorías pagadas y transportadas con nuestros
impuestos, a las que la fuerza pública no puede tocar, por orden del comandante
en jefe, el presidente Petro.
Parece que lo que quiere Petro, es que los
ciudadanos salgamos a atajar a esa primera línea ya que la fuerza pública
seguirá amarrada.
No nos podemos dejar provocar, debemos
continuar con nuestras vidas normales, estudiando, trabajando, cumpliendo con
nuestros deberes.
Mientras tanto, en la Comisión Cuarta del Senado,
se discute la reforma laboral concertada, que pueda ser de utilidad para los
colombianos, atacando el verdadero problema violatorio de los derechos de los
trabajadores: la informalidad.
Este lunes tendrán las ponencias, una
concertada de las mayorías y otra ceñida totalmente a la reforma negada en la Comisión
Séptima; no se le permitió a los de El Pacto Histórico ninguna concertación.
Cada paso que dan confirma el interés en el
odio, la confrontación, la no conciliación, que permitan una conmoción
interior, con miras a extender el mandato presidencial por dos años más,
cerrar el Congreso de la República y establecer las bases de una dictadura,
estilo Venezuela.
Si logramos superar esta semana y el Congreso
en la plenaria del Senado aprueba la ponencia de la reforma laboral concertada
y logran hundir la nueva solicitud de consulta popular, estaremos mejorando
sustancialmente la posición de la oposición al Gobierno Petro. Hasta de pronto
las distintas fuerzas opositoras se puedan formar el frente común requerido
para enfrentar a la fiera diabólica, que ya debe estar planeando su próximo
paso para incendiar al país, acabarlo de destruir y someterlo a sus pies, bajo
“la informalidad” de los trabajadores, donde no se respetan ni el salario
mínimo, ni las vacaciones, ni los aportes a salud, pensiones y riesgos, ni
extras, ni dominicales, ni festivos, ni jornada laboral, desconociendo que es a
ese (más del 60 % de la población laboral) al que debe apuntar la reforma, por
el bien del país.
En el mal llamado reciente Cabildo en
Barranquilla, fue notorio el grado de enajenación mental al que ha llegado el
presidente Petro, donde fueron muy escasos los aplausos de los presentes,
llegados de varios municipios costeños, atraídos por la posibilidad de un paseo
en buses Pullman, con refrigerio, comida y bolsa de mercado incluida,
desvirtuando una verdadera intención de acompañar la huelga indefinida
convocada por el presidente. La huelga le permita justificar la “conmoción
interior” requerida para la ampliación de su periodo, evitando las elecciones
del 2026, bajo el relato mentiroso de que con “la consulta popular” se lograran
derechos para los trabajadores, cuando hasta los derechos actuales existentes,
se violan en la informalidad, que emplea un amplio porcentaje de la fuerza
laboral de nuestro país.
Al interior de El Pacto Histórico, existe un
grupo grande de hombres y mujeres, que hacen parte de los poderes legislativo,
ejecutivo y judicial, que en forma irresponsable acolitan y aplauden el caos
que hoy reina en Colombia, bajo el desorden y la corrupción, de un Gobierno que
no tiene para mostrar ninguna solución a los problemas que nos aquejan, por
incapacidad física y mental para gobernar. Lo más preocupante, la dedicación
exclusiva de recursos físicos, económicos y humanos a politiquear por el país y
por el mundo, esparciendo las semillas del odio y de la conmoción interior que
permita suspender las elecciones en los primeros meses del 2026.
Mientras tanto, al interior de El Pacto
Histórico, un grupo importante de hombres y mujeres, víctimas del matoneo de
Petro, Benedetti y los secuaces a los que muy poco importa el futuro del país,
aparentan continuar fieles al proyecto del presidente, mientras les remuerde sus
conciencias y les impide continuar fieles a quien los despidió, por actuar
responsable y correctamente. Este sector del Pacto Histórico, con la gran
cantidad de arrepentidos, que en su momento acompañaron a Petro y públicamente
han dejado de hacerlo, siendo responsables con el país, se están acercando a
candidatos, sin vicios, austeros, con experiencia, coherentes, decentes, sin
manchas de corrupción, capaces de tender puentes, formar equipos, respetar a
los contrarios, sin tener que mentirles a los colombianos, ni prometerles lo
incumplible.
Lo anterior justifica la disminución, en las
encuestas, del porcentaje de aceptación que venía gozando el presidente, que se
acercaba al 40 % y en la última encuesta bajó al 30 %. Y seguirá bajando, porque
el pueblo se está cansando de tanta mentira, tanta corrupción, tanto
despilfarro, tanta politiquería, además del irrespeto con sus intervenciones en
estados mentales que lo ponen a decir y hacer, lo que en sano juicio no sería
capaz.
Petro quiere contrarrestar su fracaso,
infundiendo miedo y odio, atacando como un loco a todo el mundo, incluidos
colaboradores que se la han jugado por su fracasado proyecto político.
Mientras tanto los empresarios formales
grandes, medianos y pequeños, que son los que generan el trabajo digno en
Colombia, siguen trabajando sin descanso, para llevar los bienes y servicios
que demandan nuestro conciudadanos de todas las clases sociales, que buscan el
bienestar y crecimiento de sus familias; son empleadores que no tienen tiempo
de estar pendientes de las sandeces y politiquerías del presidente, que solo
los distraería de sus quehaceres, llevándoles a situaciones económicas
difíciles, donde nadie vendría a salvarlos.
Hoy más que nunca debemos encomendarnos al
Espíritu Santo, para que nos ilumine y nos proteja.