Luis Guillermo Echeverri Vélez
Las democracias occidentales están enfermas y
se requieren nuevas estructuras innovadoras dentro de cada Estado si queremos
subsistir, progresar y trascender como civilización.
Las sociedades modernas abandonamos el sano
juicio ético sobre lo que está bien o mal. Y si las naciones cambian de rumbo y
de sistema operativo cada cuatro años, se descontextualiza el debate
democrático enmarcado en la legalidad y surgen los regímenes totalitarios.
Hoy munchas naciones están presididas por
delincuentes, mientras el crimen organizado y el terrorismo destruyen las
instituciones. Caímos en el círculo vicioso de lo políticamente correcto, que
no es más que un enredo mental por exceso de prudencia, por cómoda
conveniencia, y una cómplice cobardía individual.
Entonces es necesario tomar medidas drásticas
por lo menos hasta que podamos tener una sociedad y un liderazgo más culto y
eficiente que trabaje realmente por un solo propósito de nación libre: el
desarrollo humano, cultural y socioeconómico de todos.
Metamos la anarquía, la demagogia y el
populismo ideológico unos años al congelador, y dediquémonos a reconstruir y
transformar nuestra sociedad de manera que podamos en una década salir del caos
que nosotros mismos consentimos, y regresar, con reglas preestablecidas y una
cultura media menos ignorante, a una democracia representativa más ordenada,
compatible con nuestras posibilidades como territorio y que nos permita avanzar
en esta era del conocimiento, donde sin nuevas tecnologías no podremos preservar
la naturaleza ni la vida humana.
Para hacerlo el sector privado, empresarios,
trabajadores y asociaciones, deben liderar una fuerza de choque contra la clase
politiquera que nos lleve a abordar un cambio cultural y de mentalidad como
sociedad, a saldar las deudas sociales que tenemos especialmente con quienes
nos defienden, educan nuestros hijos, y nos solucionan los problemas legales y
de salud, y para que la independencia de poderes como eje que sostiene la
democracia, pase de estar en manos de entes de control politizados e ideologizados,
a ser orientada con un solo enfoque, lograr eficiencia en las siguientes
premisas elementales:
1. Garantizar la gobernanza administrativa de
todo el Estado. Hay que crear, por al menos una década, igual que se hace en el
sector privado, una junta asesora del Estado que fije la estrategia país,
apolítica e integrada por un grupo de notables honrados, íntegros serios,
responsables, con acreditada y exitosa experiencia profesional en diversas
disciplinas, con una rotación parcial de 2 o 3 años, que tengan un mandato
exclusivamente fiduciario, y a quienes le reporten el presidente y los
ministros, el presidente de cada corte, y los del senado y la cámara, bajo un
estricto reglamento cuantitativo que habilite la remoción por incumplimiento de
metas y compromisos, y del mandato constitucional.
2. Garantía de seguridad para todos. El país
necesita orden y disciplina. La única forma de terminar con la violencia es, no
tolerarla. Ningún abuso a los derechos de otro se remedia con impunidad. Demos
la batalla cultural por la libertad contra el libertinaje con “cero tolerancia
con el delito”, la formación de capitales ilícitos, la drogadicción y la
vagancia subsidiada. Hay que construir grandes cárceles por APPs en todas las
ciudades, y emplear guardias y educadores universitarios bien pagos, y obligar
a los presos a estudiar, a trabajar de forma productiva, a mantener su cuerpo y
su mente sanos, para poder resocializarlos.
3. Garantizar la justicia para todos. Hacer un
compromiso serio con los cuatrocientos mil abogados que hay en el país, para
que la mitad de su tiempo laboral lo tengan que dedicar gratuitamente a
descongestionar la justicia, apoyados por los centros de solución de conflictos
y por medios digitales e IA basada en toda la legislación y la jurisprudencia
existentes.
4. Garantizar la nutrición infantil. Contratar
bajo un método como el del norte de la Argentina, toda la nutrición infantil
hasta los 7000 días. Ayudando a crear fábricas de alimentos especializados en
puertos y centros de distribución para llegar a las escuelas, a las madres en
embarazo y a las familias más necesitadas en los primeros 1000 días.
5. Garantizar educación universal para todos.
Sin calidad educativa se multiplica la ignorancia. Hacer gratuita y obligatoria
la educación universal de calidad, a manera de servicio militar. Para expandir
la excelencia, concentrar los mejores profesores y alumnos en 10 centros
educativos de gran eminencia, en donde se dará apoyo financiero estatal a la
generación de emprendimientos de avanzada y de docentes especializados.
6. Garantizar la inversión en ciencia,
tecnología e innovación. Crear tantos centros de investigación aplicada como se
pueda en cada departamento de acuerdo con sus ventajas vocacionales,
fundamentados en metodologías de innovación anticipada y conectados a otros
centros de investigación mundiales, convirtiendo nuestra biodiversidad en un
laboratorio global al servicio del país y de toda la humanidad.
7. Garantizar la formación de capitales
lícitos, empresariado y responsabilidad impositiva. Invertir en infraestructura
y en un Estado digitalizado e incentivar tributariamente la inversión doméstica
y extranjera haciendo el país seguro y competitivo como fuente de generación de
capitales productivos y de nuevos empleos, cada vez más calificados.
La alternativa es continuar envenenados y
tomando veneno, mientras unos pocos ladrones anárquicos, revolucionarios y
narcoterroristas destruyen la vida y la biodiversidad jugando a la democracia
con el crimen organizado, las mafias y las pandillas, generando tan solo la
miseria humana en la que nos estamos convirtiendo como nación.