martes, 21 de enero de 2025

De cara al porvenir: vueltas y vueltas

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

La verdadera madurez se comienza a alcanzar cuando el optimismo se vuelve prudente y la sorpresa ya no es tan frecuente y ya no causa los impactos de antaño.

El ciclo de la vida se ejemplifica con varias etapas: nacer, crecer, madurar, decaer y morir.

Veamos algunos casos en los cuales se advierten con anticipación una serie de sucesos que acompañarán el desarrollo de vida de ciertos humanos representativos.

En el caso de los artistas, sobre todo los cantantes y actores, van surgiendo poco a poco, se acompañan de algunos con más reconocimiento para que los impulsen, buscan ser distinguidos a través de videos, giras, y conciertos y las redes sociales se encargan de catapultarlos o de enterrarlos sin haber comenzado.

Una vez adquieren el triunfo y consiguen fama y dinero, lo cual es legítimo, se dan gusto accediendo a bienes y lujos particulares como mansiones, automóviles, aviones, joyas, entre otros varios. Y comienzan a filtrar “romances con gente del medio”, como si fuera parte de una campaña publicitaria preconcebida, para luego casarse, embarazarse, tener un hijo, regresar a los escenarios y luego divorciarse, con las excepciones propias de cualquier actividad humana. Luego retoman su carrera cada vez más efímera, anuncian el primero de varios retiros y luego se van apagando, no sin antes intentar ser empresarios con actividades como restaurantes, bares, discotecas, u otras asociadas a los distintos tipos de farándulas.

Un esquema similar se evidencia en futbolistas que pintan bien desde las inferiores de sus equipos, luego de 5 o 6 partidos exitosos son identificados por cazatalentos foráneos que los compran barato, haciendo una apuesta por su futuro y los llevan a otros países donde puede que se adapten o no y donde los que logran sobresalir aseguran un futuro que incluye ciertos lujos, modelos y publicidad.

Los políticos de carrera no se escapan a estos itinerarios y de “carga ladrillos” y “tirapiedras”, van ascendiendo por diferentes cargos burocráticos, siempre a la sombra de un jefe político ante el cual se muestra incondicionalidad si se quiere seguir subiendo por la escalera del “éxito”, hasta llegar a los más altos peldaños. Los pocos que llegan a la cima van consolidando sus propios feudos para tratar de perpetuarse en los nichos burocráticos y así seguir disfrutando de las “mieles del poder”, cada uno en su propia dimensión. Algunos al entrar en años se retiran y posan de periodistas, de profetas, de ancianos de la tribu, sin abandonar a través de los recónditos y elaborados tejidos de micropoder que han construido durante su carrera, seguir teniendo alguna visibilidad, alguna vigencia y alguna presencia, ya que culturalmente en este país los políticos no se saben ni se quieren retirar a tiempo.

Bajo otra perspectiva, en un país como Colombia con asombrosas y casi que ilimitadas posibilidades, aparecen de cuando en cuando personajes que toman del baúl de las promesas incumplidas, de las obras truncas o de los propósitos irrealizados, asuntos, temas u obras que se sabe que se necesitan, que son deseables, que son posibles pero que, por falta de voluntad política y capacidad gerencial, no se han llevado a cabo y que muchas veces son empleadas como distractores.

Famoso era en su época el doctor Goyeneche, cinco veces candidato presidencial, el hombre que, como dirían algunos, hizo del disparate y lo absurdo su forma de hacer política y quien tenía como propuestas centrales “pavimentar el río magdalena” para evitar inundaciones y “ponerle techo a bogotá”, para evitar las lluvias, propuestas no muy lejanas a aquel sueño de Marandúa y a los trenes rápidos entre lugares insospechados liderados por otros presidentes en su momento.

Reconstruir la red de ferrocarriles, mejorar las redes de carretas, llevar agua potable y energía a todos los rincones del territorio nacional, superar los problemas históricos y estructurales de La Mojana y del Canal del Dique, asegurar la navegabilidad del Río Magdalena, garantizar la soberanía alimentaria y la soberanía energética, construir el Canal Interoceánico, recuperar el patrimonio cultural arqueológico sacado ilegalmente del país, rescatar los tesoros del Galeón San José, rescatar de la pobreza histórica al Chocó y a la Guajira, entre otros tantos, son proyectos que algún día y bajo cualquier variedad de esquemas han de ser realizados.

Años que pasan y años que llegan. Gobernantes que pasan y gobernantes que llegan. Sucesos noticiosos que pasan y olvidos o historias o mitos que llegan.

El ciclo de la vida, si nos descuidamos, se convierte en una pesada y agobiante rutina.

Como atados a una noria, y tal como lo describe bellamente la letra de la canción “El camino de la vida” del maestro Héctor Ochoa, vamos recorriendo un sendero más o menos tradicional donde las ejecutorias de cada etapa de la vida nos van mostrando a su vez nuevas realidades y vidas que debemos aprovechar para no caer en la melancolía, en la añoranza, o simplemente en el hecho de que nos quedamos estancados en una de las etapas y damos por truncado el ciclo vital.

Es necesario pensar en grande y mirar siempre para adelante, sin temor, buscando vivir una vida plena y en armonía con los demás.

Ahora bien, y rescatando el dicho popular, “A dónde flores, sino hay jardín”.