Andrés de Bedout Jaramillo
Medellín resolvió, hace como 70 años, canalizar
su río para tener una mejor utilización de sus tierras, en el proceso de
crecimiento poblacional e industrial, que se iniciaba, al igual como lo
hicieron las principales ciudades del mundo.
La canalización de los ríos y la ocupación de
las tierras aledañas generó el no poder seguir contando con las zonas de
inundación y contribuyó a la rápida recolección y conducción de las aguas
lluvias que incrementó la velocidad del agua e hizo de las crecientes un
temible enemigo.
Con el río canalizado, la conducción de los
alcantarillados y las aguas negras y servidas de los hogares y las industrias,
convirtieron al río en una cloaca, mal oliente y sin vida.
Afortunadamente el trabajo que nuestras EPM han
desarrollado, para resolver este problema y cuidar nuestro río, es
impresionante.
En primer lugar, la separación de las aguas
negras o servidas de las aguas lluvias, en toda la ciudad y casi toda el área
metropolitana, a través de una red de alcantarillado que se extiende como una
telaraña por todo el territorio, para llevar todas las aguas negras o servidas
a los colectores que las conducen a las dos costosísimas plantas de tratamiento
que se han construido hasta el momento, San Fernando, para tratar, como 1.5
metros cúbicos por segundo y Niquia para tratar como 3 metros cúbicos por
segundo, las materias fecales, orines y demás aguas negras o servidas que
producimos diariamente los habitantes del Área Metropolitana de Medellín,
integrada por 10 municipios. Solo faltan la red de alcantarillado y colectores
requeridos para separar las aguas negras de las lluvias y sus colectores
correspondientes, en los municipios de Caldas, en el sur, y de Copacabana,
Girardota y Barbosa en el norte, donde se requerirá de otra muy costosa planta
de tratamiento, en consideración a la conurbación y desarrollo industrial de la
zona.
En estas plantas de tratamiento se separan los
lodos y se generan gases que son inyectados a las redes domiciliarias de gas
natural que llegan a nuestros hogares e industrias.
La mejor colaboración como ciudadanos de bien,
con estas plantas de tratamiento, es la de no arrojar a los sanitarios, ni
pañales, ni papel y toallas higiénicas, ni preservativos.
En el norte, donde el Río Medellín se convierte
en El Porce, el relleno sanitario La Pradera cuenta con su planta de
tratamiento de lixiviados, lo que asegura una alta descontaminación, antes de
tributar sus aguas al río Nechi, con un caudal de 50 metros por segundo;
faltaría un gran esfuerzo y cultura de todos los ciudadanos, para evitar que en
las aguas lluvias se sigan mezclando basuras, excrementos de perros, gatos y
hasta humanos, que a estas alturas se depositan en vías públicas y zonas
verdes, haciendo que las aguas lluvias separadas de las negras, lleguen
contaminadas al río.
El río Medellín cuando se convierte en el
Porce, es aprovechado por EPM con dos plantas de generación de energía
hidráulica, Porce 2 y 3, donde ya se evidencian variedades y cantidades de
peces, como prueba fehaciente, de la recuperación de vida en el río.
La canalización y el cauce del río requieren de
mantenimiento y vegetación, para mitigar los efectos erosivos de las fuertes
crecientes, sobre la vía del metro y el futuro tren de cercanías, al igual que
la gran cantidad de quebradas que tributan al río, donde también debemos evitar
la cantidad de basuras que a ellas se arrojan y terminan deteriorándolo.
Gracias a Dios por nuestro río y por habernos
permitido en las pasadas elecciones, recuperar el rumbo de nuestras EPM.