José Alvear Sanín
A quienes no estén familiarizados con la
historia de “las ciudades de la planicie” (que desde un punto de vista no
bíblico han merecido dos tomos de A la recherche du temps perdu), me
permito ofrecerles un modesto recuento:
Pues bien, Sodoma —de los gays—, y Gomorra —de
las lesbianas—, eran unas ciudades tan invertidas como ahora puede ser San
Francisco (California). El castigo merecido había sido puesto en suspenso
porque Lot había obtenido merced si en Sodoma se encontrasen 50 justos.
Pero como este patriarca no los hallase, obtuvo
rebaja: primero hasta 45, y así sucesivamente, hasta que Lot dijo a Yahvé: “Tenga
a bien no enojarse mi Señor, que aún hable esta sola vez: ¡Quizá se encuentren
allí diez!” Y respondió el Señor: “No la destruiré, por amor a los diez”
(Génesis, 18, 26-33).
Mientras Lot seguía buscando justos, recibió la
visita de dos ángeles. Deslumbrados por su belleza, los sodomitas le exigieron
la entrega de los visitantes, para lo que sabemos.
A continuación, el capítulo 19 de este primer
libro de la Biblia narra los desesperados esfuerzos de Lot por defender a sus
visitantes, la intervención milagrosa de estos y la huida de Lot y su familia,
antes de que cayera la lluvia de fuego que consumió la planicie.
Ahora bien, no faltaría hoy, en Colombia, quién
esté interesado en hacer contacto con ángeles, para invitarlos a un lujurioso
balneario isleño..., según nos permiten intuir recientes acontecimientos
ocurridos en nuestro país, que serían escandalosos aún en Sodoma y Gomorra.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Con gusto aceptamos sus comentarios mientras no sean innecesariamente ofensivos o vayan en contra de la ley y las buenas costumbres