Por Felipe Uribe Ayalde
Absolutamente todos los problemas
relacionados con la paz de Colombia se deben a Juan Manuel Santos, por inepto,
por mentiroso, por traidor, por ególatra y por narciso.
En forma marrullera, sin que mediara ningún
interés patriota y sin que fuera tema de campaña, envalentonó a un grupo
terrorista, que estaba arrinconado y con la moral en el piso, prometiéndoles
una cantidad de gabelas que solo podían existir en su corrupta mente enfermiza.
Su soberbia fue tan grande que desestimó lo que
era negociar con bandidos comunistas especializados en el arte del engaño y
cuando estos empezaron a pedir más de lo acordado, el traidor tuvo que recurrir
a su mermelada para poder justificar lo injustificable.
La mermelada para la paz desbordó cualquier
presupuesto, recurrió entonces a un lenguaje cada vez más rebuscado, más
estrambótico, cargado de eufemismos, para ganar adeptos (mamertos) para su
espuria paz.
El cinismo es su forma de vida, al igual que
las mentiras y el engaño.
Compró conciencias de generales, que, a cambio
de un cheque de "confidencialidad", ¡vendieron su honor!
Y con todo tipo de artimañas “lagarteó” hasta
conseguir, obviamente en contra de los intereses de Colombia, un Nobel de Paz.
¡Qué asco de ser es este bandido!