viernes, 4 de agosto de 2023

Pasión por la historia

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

Dirían los cronistas: “corría el año de Gracia o año del Señor de 1973 y en un rincón de la vieja casona del barrio Santa Bárbara que prestaba sus servicios de aula de clase, un pequeño grupo de niños que no llegaban a los 12 años, absortos escuchaban a su maestra de historia. Netflix no existía, mucho menos el videobeam, tampoco el VHS o el Betamax. Deslumbrante resultaba tener un proyector de acetatos. Todavía la televisón a color era un sueño irrealizable. Pero esta mujer, que todavía vive y a quien quiero hoy rendir homenaje, Ileana Cifuentes de Sastre, nos tenia hipnotizados, léase empeliculados, pues con su exquisita narrativa nos hacía recrear en nuestra imaginación todo lo que nos contaba…

Creo que, si hubiese sido testigo ocular y directo de todos estos acontecimientos, no habría podido narrar tan fielmente los hechos. El grito de independencia del 20 de julio, o la Batalla del Pantano de Vargas el 25 de julio y la definitiva del 7 de agosto eran recreados al detalle. Don Antonio Villavicencio, el Virrey Amar y Borbón, Simón Bolívar, Juan José Rondón con su docena de lanceros, Barreiro capturado por el pequeño Pedro Pascacio Martínez, solo para mencionar algunos de los personajes que iban desfilando, captaban totalmente nuestra atención.

La profe Ileana no era una docente ni tampoco una profesora del común, era toda una maestra. La pasión con que nos contaba la historia era la mejor cátedra de todas. Allí nació mi pasión por la historia, por el gustar nuestra historia. Esas narraciones, junto con unos compañeros de entonces, las recordábamos hace poco con precisión después de medio siglo. Inédito.

Cuánto lamento que las clases de historia estén desapareciendo de nuestras escuelas y colegios. Razón tenían cuando nos decían: “Quien no conoce la historia está condenado a repetirla”. La historia nos ubica en el tiempo, nos permite valorar con respeto el pasado, entender el presente y proyectar el futuro. Pero claro, se necesitan vocaciones de historiadores, gente que vibre y goce contando esos hechos que nos precedieron.

Pero la profe Ileana, directora también del Liceo Nuevo Mundo, era genial: en sus clases de geografía nos aprendíamos de memoria, por ejemplo, los accidentes de las dos costas; en religión cada una de las partes de la misa; eso para citar dos clases más, porque lo realmente importante que aprendimos a su lado fueron los valores de la verdad, la rectitud, la responsabilidad y la puntualidad, entre muchos. Era exigente y bien templada, pero a la par justa. Esa era la única manera de formar carácter. Tantas generaciones pasamos por sus manos y todas, sin excepción, las recordamos con total gratitud. Eso no se da con todos los educadores, solo con aquellos que son verdaderos maestros, porque nos aman, quieren lo mejor para nosotros y no solo les interesa transferir conocimientos. En estas semanas que con tantas fiestas patrias recordamos nuestra historia, qué mejor que revivirla con quienes nos enseñaron a valorarla con pasión.