Por Pedro Juan González Carvajal
Una destacada profesional, lectora de esta columna de
opinión, me hace una reflexión que considero válida y que quiero compartir con
ustedes.
En estos días circuló un meme que tomaba cierta información
comparativa donde se evidenciaba que Colombia es el país más madrugador, pero
así mismo el menos productivo de los países asociados a la OCDE.
La reflexión parte del hecho de que entonces, ante los
resultados, era bobada madrugar, a lo cual añadió la persona en mención: “Y que
bobada ir a trabajar, si los jefes piensan que hay que ser multifuncional, y
eso ya es un acto de heroísmo, termina uno haciendo de todo y no haciendo nada.
Además, que piensan que el día tiene 50 horas y hay que cumplir con todo a la
vez. Adicionalmente, se creen genios, su falta de foco los lleva a dar muchas
ideas, y a ejecutar poco. Deberíamos aprender de los alemanes… una cosa a la
vez”.
Considero que la anterior aseveración confirma lo que
sucede en muchas organizaciones, de pronto no por mala voluntad, sino por falta
de experiencia o de idoneidad de algunos “jefes” que, resguardados en el
activismo, tratan de compensar su poca experiencia y/o solvencia profesional.
Se debe generar un ambiente de trabajo donde se trabaje con
alegría, con responsabilidad y enfocados en resultados.
Muchas veces la urgencia o la restricción de recursos nos
hacen hacer malabares y generamos condiciones de trabajo desfavorables donde la
buena intención termina siendo contraproducente y donde lamentablemente el
cortoplacismo afecta el mediano y el largo plazo.
Las cargas laborales deben ser evaluadas permanentemente,
pues el uso intensivo de la tecnología nos está invadiendo y confundiendo el
espacio personal con el laboral, lo cual no tiene sentido.
Son tantos los frentes por atender de manera simultánea que
muchas veces el orden natural de las cosas, el 1, 2, 3 se trastoca por una
serie de actividades que sirven para picotear algunos de esos frentes, pero no
para atender debidamente sus características y exigencias.
Eso de ser jefe tiene su cuento. No es solo el ejercicio de
una autoridad temporal, sino el hecho de orientar, motivar, hacer seguimiento y
garantizar el cumplimiento de los objetivos planteados.
La tan anhelada productividad está asociada al nivel de
compromiso de los individuos, así como a lograr eficiencias en los procesos y en
las actividades.
El orden en las decisiones y las instrucciones
correspondientes condicionan favorable o desfavorablemente el logro de los
objetivos y hacen que la gente sea productiva o no.
El jefe debe ser guía y dar ejemplo en todos los ámbitos.
Debe ser foco de aprendizaje para sus colaboradores. El tener un jefe del cual
no se aprende nada, es un factor de enorme insatisfacción y desmotivación.
Por ahora, para cerrar el ciclo de la reflexión recordemos
que “No por mucho madrugar, amanece más temprano”.