Por John Marulanda*
Aunque el actual Mindefensa colombiano
no tiene ni idea de tecnología militar –es un excelente jurista anticorrupción y
anticrimen transnacional– su simpatía por el avión de combate sueco Grippen
parece ser una programada distracción de la verdadera intención presidencial que,
en esta, como en otras oportunidades, es hipócrita. Siendo candidato presidencial
en marzo del año anterior, Petro tuiteó: “La
compra de aviones en medio de una crisis como la que vivimos, es el máximo grado
de irresponsabilidad de un gobernante. No entiendo un país que pueda aplaudir
que no se usen los recursos para salvar la vida y en cambio sí en instrumentos para
bombardear niños”. En junio, una vez electo, envió un nuevo tuit en el
que solicitaba a Iván Duque, suspender la compra de seis aviones para las Fuerzas
Armadas advirtiendo que toda aeronave de este tipo que se comprara durante las últimas
semanas del gobierno saliente se volvería a vender.
Aún con la mentalidad setentera comunista
de la lucha revolucionaria contra el capitalismo, patente en su ida de lengua sobre
las vías 4G, el ahora presidente de Colombia, de acuerdo al artículo 217 de la Constitución
Nacional, que involucra la defensa de la soberanía, la independencia y la integridad
territorial, no solo aprobó el proyecto PES de fragatas para la Armada, sino que ahora
anunció en la Escuela Militar que “se han dado unas negociaciones que no solo
dan suficientes periodos de gracia, sino que establecen unos criterios contractuales,
por medio de los cuales la inversión pública de Colombia se devuelve, no solo en
los instrumentos que compra, sino en el apoyo necesario a las capacidades nacionales
en una serie de temas que tienen que ver con el desarrollo de la industria aeronáutica
y aeroespacial”.
A decir de Petro “Los fines constitucionales
(…) implican unos instrumentos para que seamos capaces de hacer respetar la soberanía
nacional”.
De las cuatro ofertas
sobre la mesa, el presupuesto actual no alcanzaría sino para unas cuantas piezas
norteamericanas Lockheed Martin F-16 Bloque-70, una decena de Saab Gripen NG, una media docena inicial de Dassault Aviation Rafale C/F3 y un grupo
de Airbus Eurofigther Typhoon.
Los Grippen de
la SAAB, no han sido probados en el campo de batalla y Suecia, su país de origen,
no pertenece a la OTAN; los Typhoon tienen experiencia en batalla real y
los F-16 no solamente son battlefield tested, sino que involucran reconocimiento, orientación,
interdicción aire-tierra, capacidades anti barcos, detección nuclear, reabastecimiento
de compañero a compañero. Queda el Rafale, también probado en batalla, como óptima
opción, con una visita de pilotos y técnicos de la FAC a Bordeaux-Merignac, generación
de empleo a comunidades y la simpatía de Petro hacia el gobierno francés.
Sabiendo que el único
país limítrofe con el que hemos tenido problemas es Venezuela, vale la pena preguntarse
si ahora que, al parecer, se están limando asperezas ideológicas con el mandamás
vecino, la nueva flota aérea que se adquirirá operará con la suficiente superioridad
aérea frente a cerca de 22 Sukhoi Su-30 rusos, 16 F-16 Fighting Falcon estadounidense,
23 Hongdu K-8VV chinos y 10 Embraer EMB 312 Tucano, brasileño, según gmail. A lo
que hay que añadir las pasadas amenazas de parlamentarios del PSUV sobre bombardeo
a sitios críticos en Bogotá.
El más reciente tuit de
Nicolás Petro no deja lugar a dudas sobre aquello de que lo que se hereda no se
hurta: “No estoy de acuerdo con la compra de aviones de combate. Todo para La
Paz, nada para la guerra”. En eso están de acuerdo los presidentes del Senado
y de la Cámara de Representantes. Políticamente, la izquierda permanece en su negación
de la compra de aviones de combate, con el cuento de la paz total.
Todo lo anterior, sin
contar con el reciente reclamo del Departamento de Estado de US al presidente Petro
sobre el asunto del narcotráfico, en el cual Colombia es el primer productor mundial:
“La erradicación forzosa de cultivos ilícitos debe continuar”, dijo el comunicado
de advertencia del Gobierno del norte.
Aprovecho la oportunidad para desear una
feliz Navidad y un Año Nuevo lleno de bendiciones a mis lectores.