viernes, 23 de diciembre de 2022

¡Feliz cumpleaños Jesús!

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

Querido Jesús:

Creo que hace mucho no te escribía una carta como tal. Nos acostumbramos a hablar directamente y sin protocolos de agendas, citas previas e intermediarios y palancas. Con muchos seres humanos toca así y eso resulta desgastante. Contigo hemos olvidado que se puede hacer a cualquier hora, desde cualquier lugar. Siempre estás disponible y no has querido cambiar el visto de tu WhatsApp para quedarnos sin saber si leíste o no los mensajes. No te mandas a negar so pretexto de que estás en reuniones muy ocupado. Te demoras a veces en responder porque no siempre nos conviene lo que pedimos, pero es verdad que nunca nos decepcionas.

Decidí escribirte esta vez porque me llegó un mensaje que pareciera ser de tu autoría (no creo que sea un fake) donde te lamentas diciendo que Navidad es tu cumpleaños y en muchas partes, en sus celebraciones y fiestas, ni te invitan ni mucho menos se acuerdan del motivo del encuentro. La gente ignora conscientemente que el protagonista de la noche eres tú y que deberías ser el centro de nuestra existencia. De pronto rezan la novena de aguinaldos como cotorras mecánicas pensando más en complacer los niños que no entienden nada de esos textos y más para comer natilla y buñuelos. Árboles cargados de luces y Noeles regordetes han desplazado los pesebres. Hay rumba, buena música, ricas comidas, muchos regalos y para ti… ¡nada! Así las cosas, yo, en nombre de todos los mortales, de esta humanidad agobiada y doliente, te presento excusas por tan tamaño olvido y por la mala educación que hemos recibido.

Quiero agradecerte el que seas “el Dios con nosotros”. Eso se dice muy fácilmente, pero comprende una realidad maravillosa. Nuestro Dios, o sea, tú, decidiste encarnarse, dejando de lado tu condición divina y comodidad celestial para armar un escándalo desconcertante: no quisiste palacios, ni corte, nada de riqueza ni ostentaciones. Te dio por nacer en una pesebrera perdido, de la más insignificante colonia romana. Te propusiste durante toda tu vida abajarte a tope y para colmos terminaste muy mal. Finalmente, resultaste triunfante, pero la lección dada no es de nuestro agrado. Eso de la pobreza, la humildad y la sencillez no es un plan atractivo. Nuestra sociedad de consumo nos ofrece irresistibles propuestas. Quizás por eso también te olvidamos deliberadamente, porque es mejor tener de ti un recuerdo cargado de romanticismo que una exigencia diaria que nos desinstala y reta.

De modo que no escribo esta carta para pedirte regalos porque tú ya eres el mejor regalo que nos hayan podido dar como seres humanos. Más bien debo preguntarte, ¿qué quieres de regalo? Tú que nos viniste a traer paz, justicia, amor, supongo que querrás algo de eso, pero sobre todo querrás que cada uno mire a ver qué te puede ofrecer como presente. Está a nuestra discreción. No hay que gastar un solo peso y por eso resulta más costoso aún. Vamos a pensarlo y a medianoche, cuando nos estén repartiendo regalos, desde mi corazón, en silencio, te estaré dando el mío. ¡Feliz cumpleaños querido Jesús!