martes, 4 de octubre de 2022

De cara al porvenir: cada uno se entretiene como puede

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

No puedo ocultar mi entretenimiento interior al observar las posturas de cada observador desde su propia tribuna e interés cuando reacciona ante ciertos acontecimientos, obviamente originados en decisiones, posturas y comportamientos de algunos personajes e instituciones.

Definitivamente el fervor hacia las personas nace por afinidad sanguínea, afinidad conceptual, afinidad de cosmovisiones, afinidad de interés, afinidad de contrincantes o contradictores, o simplemente por llevar la contraria.

¿Quién tendrá la razón? Pues como es apenas obvio, todos y nadie, teniendo preeminencia y visibilidad inmediata quienes están ejerciendo el poder en un momento espacio temporal y tienen mayores posibilidades de expresarse.

Que el presidente Belisario Betancur hace varios decenios pronunció un discurso poético en la ONU fue digno de admiración por algunos y de crítica de otros, por no tratar con firmeza los temas que le interesaban a Colombia, como el de la extradición y el narcotráfico en ese momento (y aún hoy).

Que el presidente Petro habla claro sobre el tema de las drogas en la ONU y compara su perjuicio para la salud humana con los efectos del uso intensivo del carbón y del petróleo (en los ámbitos de humanidad y de especie), es considerado como valiente y acertado por algunos e ignorante y hasta incitador al delito por otros.

La mojigatería, la subjetividad, el fariseísmo, la falsedad, el acomodo, el cinismo, la obsecuencia, el lambetazo, la ignorancia y la desinformación son adjetivos descalificativos en este caso y reflejan la imagen que proyectan algunos y algunas con sus estúpidos comentarios.

Hablando de los llamados partidos políticos y movimientos políticos existentes, la argumentación de que él promovió paros, pues yo promuevo paros, que a él le gusta el chocolate, pues a mí me gusta la vainilla, que él criticaba, ahora yo critico, que él opinaba, ahora yo opino, que él no apoyaba proyectos de ley, pues ahora yo no apoyo proyectos de ley… y así sucesivamente, evidencia con creces lo que es nuestra zarzuela tragicómica nacional, por la falta de educación política, por la falta de una verdadera ciudadanía y por no haber sabido ni haber tenido la voluntad de implementar un verdadero y pantalonudo sistema de gobierno - oposición para que todo el mundo piense lo que quiera, actúe como quiera y diga lo que quiera pero sin estar pegado a los beneficios de la “teta presupuestal”, lo cual evidencia incoherencia, falta de sindéresis, doble moral, falta de seriedad, irresponsabilidad y hasta inmadurez y mala educación.

Como dice el refrán, “nadie es monedita de oro para todo el mundo” y quien asume posturas y para peor, toma decisiones, pues entra en discusión con relación a cómo otros ven la vida de manera diferente o quienes ven afectados sus intereses abiertos u ocultos.

Como sostiene Maquiavelo, “No hay nada más difícil de emprender que tratar de cambiar el orden de cosas, pues se tendrá como enemigos gratuitos a aquellos quienes se benefician con el orden actual, y como defensores tibios a quienes no tienen nada que perder”.

Por su parte para Rosseau “La revolución solo puede ser liderada por ingenuos, soñadores, poetas o tontos, ya que los listos son realistas, beneficiados directos del sistema actual y no tienen interés en cambiarlo”.

También Russeau sostiene que “No conozco mayor enemigo del hombre que el que es amigo de todo el mundo”.

De todas maneras, reconozcamos nuestra enorme capacidad de crear memes y chistes. Alguien dirá que esta capacidad de expresarnos es uno de los verdaderos atributos de nuestra multiculturalidad, lo cual puede que sea válido, ya que al menos actúa como un sedante (para no emplear la palabra o el sustantivo droga y así no lastimar tantos oídos vírgenes que han aparecido últimamente) para mantenernos alejados de la realidad, o el mantener una coexistencia semiconsciente o semiinconsciente con ella.

Sigamos sonriendo y riéndonos por un lado y encegueciéndonos y envenenándonos por el otro, lo cual en conjunción resultará en una monumental intolerancia e imbecilidad.

Cuando se llega a conclusiones con respecto a que muchos desajustes tienen su origen en el ámbito o en la dimensión cultural, el trabajo al cual nos enfrentamos es de extraordinarias proporciones y nos obliga a que sea un esfuerzo entre todos y no un reto a asumir de manera individual.

Lo más simple es decir que eso se cura o se remedia a partir de la educación, lo cual puede ser cierto, siempre y cuando, de manera preliminar, establezcamos como sociedad, de manera obligatoria las siguientes premisas: 1. Qué tipo de ciudadano queremos tener y 2. A qué nos vamos a dedicar en términos económicos como sociedad. Sin tener esto claro, hablar de una buena educación o de una educación apropiada y pertinente es una verdadera quimera.

Para que la respuesta sea contundente, recurramos de nuevo a Rousseau que sentencia: “Un buen padre vale por cien maestros”… ¿De cuál calidad son los padres que hoy educan a sus hijos?