martes, 2 de agosto de 2022

De cara al porvenir: y como pasan los años

Pedro Juan González Carvajal
Por Pedro Juan González Carvajal*

El 9 de agosto se cumplen 35 años de la escaramuza con la Corbeta Caldas de Colombia en los límites marítimos con Venezuela por la parte alta de la Guajira, por Punta Gallinas, en territorio marítimo que Colombia considera propio, lo mismo que Venezuela.

A través de la historia se ha demostrado hasta la saciedad que las premisas de siempre y de nunca son incumplibles y que solo se requiere del deseo o de la voluntad de las partes en confrontación o en desacuerdo, para salir del pantanero y poder solucionar la situación. De igual manera, no es sino que a un solo individuo con relativo poder le dé por incumplir lo pactado, y ahí acaba con la batica de cuadros y los esfuerzos de generaciones enteras.

Ahora que entraremos en un nuevo clima de relaciones con la hermana República Bolivariana de Venezuela, no sobraría intentar poner por encima de los intereses de los respectivos gobiernos, los intereses de nuestras naciones. A eso se le llama grandeza.

Como primera medida, propendería por establecer la doble nacionalidad entre colombianos y venezolanos. Es el reconocimiento histórico que estamos ligados por nuestro origen, por los lazos humanos y la condición geográfica que nos aglutina.

He propuesto desde hace mucho tiempo, la conformación de una gran Zona Franca que se genera de manera espontánea, teniendo en cuenta y respetando las relaciones que se han dado a través de los decenios entre los habitantes de los departamentos del Norte de Santander por parte de Colombia y del Estado Táchira por parte de Venezuela.

Cuando uno cruza las fronteras, se encuentra con la misma cultura, la misma comida, el mismo vestuario, la misma música, los mismos negocios, hay compadres y comadres por todos lados y finalmente nos damos cuenta de que somos uno.

No solo es una muestra de confianza y de buena fe, sino de absoluto pragmatismo, ya que respeta los tejidos sociales y económicos que se han creado por generaciones y que de manera evidente beneficia a las partes.

Aquí no hay posibilidades de enredos ni de chanchullos. Lo que hay es una muestra de civilidad.

Tal como hicieron hace ya varios años algunos países del sur del continente, estos supieron unirse alrededor de la gran represa de Iguazú para saldar problemas limítrofes y generar recursos económicos a distribuir entre los firmantes.

El presidente Chávez propuso la construcción de un ferrocarril, un oleoducto y un gasoducto que comunicara el territorio venezolano con un nuevo puerto colombiano en el Pacífico que facilitara sus exportaciones al continente asiático. Es hora de desengavetar esta iniciativa.

De igual manera es claro que con respecto al Golfo de Coquivacoa hay una porción de territorio marítimo que es completamente nuestra y que por su parte, en el Golfo de Maracaibo para los venezolanos, hay una porción de territorio marítimo que es completamente venezolana, y que hay una intersección de territorio marítimo que debemos compartir.

Nosotros tenemos lo que Venezuela no tiene y Venezuela tiene lo que nosotros no tenemos. Este argumento debería ser suficiente para arraigar y consolidar las relaciones binacionales.

Ojalá de nuevo, no nos quede grande la grandeza.