Por José Leonardo Rincón, S. J.*
Los resultados de la jornada electoral del
domingo pasado nos han dejado súpitos. Que ganara Petro en la primera vuelta no
fue sorpresa, pero que Fajardo no obtuviera siquiera un millón de votos refleja
que no hay perdón ni olvido por no haber tomado claramente partido hace cuatro años.
Fico que se perfilaba de segundo, se desplomó al tercer lugar y, finalmente, de
pronto, como volador sin palo, Hernández se convirtió en el contrincante de
Petro para la segunda vuelta.
La arena política está ardiendo desde que se
conocieron los resultados. Es un auténtico circo romano y los seguidores tanto
del uno como del otro han salido literalmente a despedazarse en una carnicería
inmisericorde. Esto está de alquilar balcón, dicen unos. Otros, prefieren
saltar a la arena y contribuir al circense espectáculo. El objetivo no es ganar
limpiamente y con altura. No. Se trata de destruir al contrario como sea. El
poder es el poder y hay que conquistarlo a como dé lugar. Hay que escarbar el
pasado y el presente, y hallar evidencias que destruyan letalmente. Las redes
sociales están inundadas de mentiras, pero la gente no solo se las cree sino,
que, además, las difunde para atizar los odios viscerales. El populacho está
enardecido y enceguecido. Los que hasta hace pocos días eran enemigos a muerte,
ahora se abrazan alineándose en las mismas filas.
La política es dinámica, se justifican. No
importan las propuestas argumentadas. No. Hay que impedir que el otro gane, así
después nos vayamos todos juntos al abismo. Eso se sabe, pero libre y conscientemente
se elige el camino. Es increíble la inmadurez política y la nula formación de
la conciencia crítica. Si sorprende el fenómeno en las masas manipulables,
realmente desconcierta en las élites que se pensaba estaban formadas. El todo
vale es la consigna. Yo no sé cómo va a hacer al otro día el que gane con lo
que quedó del resto. Podrá tender la mano y mostrarse generoso, pero el abismo
es infranqueable y se prometen cuatro años de feroz oposición. En tanto, el
país sigue desangrándose ante la mirada complacida de los pescadores foráneos
que recogen buena cosecha en río revuelto. Divide y vencerás. Fragmenta y
fácilmente conquistarás.
Nos quedan 15 días y no estoy tan seguro de que
la gente se siente a pensar responsable y sesudamente. Se trata de elegir al
presidente de la República, no al payaso de turno, no al títere de intereses
extranjeros. En juego está el futuro y decirlo no es un lugar común sino la
escueta realidad. Si gana la izquierda no olvide que esta será su única
oportunidad para mostrar que puede hacer un buen gobierno. Si lo hace no dudo
que siempre estará como alternativa de poder. Si fracasa estruendosamente no tendrá
ninguna opción por muchos años. Si gana el populismo de derecha, igual, o se
rodea bien para gobernar no con bravuconadas e insultos sino con gestiones
convincentes. Unos y otros lo saben. De lo contrario, volveremos a ver
instalados en el poder a los mismos politiqueros tradicionales con las mismas
mañas para quedarse otros 40 años. Se habrá desaprovechado esta ocasión única y
feliz de ver un cambio real y efectivo. ¡Quedan 15 días para pensarlo bien!