viernes, 11 de febrero de 2022

¿Y hoy sobre qué escribo?

José Leonardo Rincón Contreras

José Leonardo Rincón, S. J.*

Me ha pasado más de una vez. Hay semanas en las que uno tiene como cuatro temas sobre los que le gustaría escribir y otras en la que no se le ocurre nada.

En algunas ocasiones el texto está listo el miércoles y otras apenas a las 5:55 a. m. del viernes. Hay días en los que uno está inspirado y la pluma fluye y otros en los que uno está seco y no se le ocurre nada. Artículos que uno creería gustarían mucho por lo sugestivos y bien pulidos no tienen tanta acogida y otros de los que se espera poco, resultan llenos de likes. El artículo “Al meollo del asunto”, increíblemente viralizado, fue escrito una hora antes de su publicación.

Con ocasión del cumpleaños, más de uno me hizo saber que leía mis escritos. Muchas gracias. En realidad, mantener los viernes esta “columna” privada y destinada a mis amigos y conocidos no es fácil por lo que acabo de decir, no siempre hay tema, no siempre fluyen las palabras. Pero es también verdad que me gusta hacerlo, agradezco sus reacciones y comentarios y me alegra saber que esas líneas pueden servir de algo. Soy consciente de que hay temas complejos, difíciles, donde no siempre podríamos estar de acuerdo, pero siempre he agradecido el disenso respetuoso e inteligente. Es cierto que uno escribe con un propósito y no necesariamente para un público determinado. Por eso se corre el riesgo de gustar o no gustar.

Mirando hacia atrás las centenas de escritos, los encuentro muy variados en sus temáticas. Todos son de opinión y sin rigurosas pretensiones académicas. Son un collage de temas personales, religiosos, deportivos, políticos, educativos. Muchos sobre la coyuntura del contexto y otros de asuntos no tan perecederos. Siempre expresando mis personales ideas. Algunos con cierto toque jocoso, otros más serios, en todos confluyen tanto ideas como sentimientos.

No sé si escribir es un arte o solo una buena práctica, pero lanzarme a hacerlo ha tenido motivaciones externas. Comencé a hacerlo desde mediados del bachillerato en pequeños boletines de grupos juveniles, más adelante en el Mensajero del Corazón de Jesús y en El Catolicismo. Cuando inicié mi rectorado en el colegio Javeriano de Pasto, el entonces director del Diario del Sur, me abrió un espacio en la página editorial todos los miércoles. Al volver a Bogotá y durante muchos años dejé de hacerlo. En Medellín, quizás dos veces escribí para El Colombiano y más recientemente fue mi amigo Antonio Montoya quien me insistió enviarle semanalmente mis escritos para su blog de El Pensamiento Libre que ahora se llama El Pensamiento al aire. He escrito periódicamente editoriales y artículos en las revistas de las instituciones que he dirigido y también para libros y revistas de corte más académico sobre asuntos de educación y espiritualidad.

Esa disciplina ha sido tan interesante como exigente. Uno no escribe para sí, uno escribe para los demás. Y debe hacerlo con autenticidad, expresando lo que realmente piensa y siente, de manera conversada, es decir, suelta, sin demasiadas artimañas o protocolos, sin acartonamientos. Creo que van mejor así. Y bueno, ya vieron que como hoy no sabía sobre qué escribir, por eso escribí sobre el escribir en mi vida.