Por Gabriel Jaime Hurtado Restrepo*
“Hemos llegado a una situación
escandalosamente paradójica en la que nuestro sistema de justicia parece estarse
pasando al bando de los criminales”
Álvaro Gómez Hurtado (1919 –
1995)
Desafortunadamente la anterior afirmación hoy está más
vigente que en su momento. Veamos por qué:
La vida en sociedad genera conflictos entre las personas,
son inevitables. Una de las principales funciones del Estado, a través de su
aparato judicial, es solucionarlos oportunamente.
Eso no lo estamos logrando, los colombianos nos sentimos
totalmente desprotegidos, indefensos, ante la descarada impunidad que se
pavonea en el país. Crímenes, desfalcos, torcidos, componendas, atracos,
raponazos, robos, estafas, sobornos, extorsiones, secuestros, vandalismos,
etc., se han generalizado en nuestra sociedad.
Y es que, duele decirlo, tenemos ineficiencias en la
fiscalía, en las cárceles, en los juzgados, en las superintendencias, en los
tribunales, en las cortes; además de otros complejos asuntos como episodios de
corrupción, activismo político judicial y extralimitación de funciones.
En mi opinión la inoperancia de nuestro sistema de justicia
es, sin duda, la causa de los principales males de Colombia: corrupción,
narcotráfico, delincuencia, incumplimiento de la ley y de los contratos.
Dentro de ese estado de cosas preocupa de manera especial
el rol que han asumido las Altas Cortes, particularmente la Constitucional.
Nuestra Carta Política en su artículo 113 establece que “Son
ramas del poder público, la legislativa, la ejecutiva, y la judicial”. La
rama legislativa reforma la constitución y hace las leyes, la rama ejecutiva
gobierna y la rama judicial aplica las leyes de manera particular a cada caso
concreto.
Las Altas Cortes en ciertos eventos se han salido de su
cauce. En algunas reprochables decisiones judiciales, por la forzada vía de
reglas de carácter general, han ejercido funciones ajenas, la legislativa que
es del Congreso y la administrativa que es del ejecutivo. Cuando las aguas se
salen de su cauce, anegan, hacen estragos.
Algo adicional que pareciera de menor importancia pero que
genera un inmenso y nocivo impacto, es la absurda e inexplicable práctica de
dar a conocer sus decisiones por medio de comunicados o ruedas de prensa, aún antes
de tener listo el texto completo y definitivo de sus sentencias.
Esta descripción nos lleva a concluir que en nuestro
sistema de justicia estamos en déficit. Tenemos que reformarlo para que funcione,
opere, sea eficaz, resuelva pronta y acertadamente nuestros conflictos, y sea despolitizado.
Tengo el honor y la responsabilidad de ser candidato al
Senado de Colombia por Salvación Nacional. Me propongo ayudar a impulsar una
reforma integral a nuestro sistema de justicia, que realmente proteja la vida,
honra y bienes de todos y garantice el acceso efectivo de toda persona. Pondré
mi experiencia profesional de más de 30 años en el sector privado, como
abogado, docente, conciliador, secretario y árbitro, para tratar de lograrlo.
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