viernes, 8 de octubre de 2021

Dos inquietudes

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón,S. J.*

“De grano en grano llena la gallina el buche”, afirma la sabiduría popular. “Los millones se cuidan solos, hay que echarles ojo a los centavos”, sentencia la experiencia administrativa. Pues la primera inquietud que hoy quiero compartirles a este propósito es ¿Cuántos millones extras y no necesariamente declarados ganan mensualmente las entidades con facturaciones que no van redondeadas? Me explico. Le llega a uno una cuenta de servicios públicos por $47.730 o en el supermercado la cuenta total sale por $85.167 y uno se pregunta ¿para qué diablos realizan este tipo de cobros si de antemano se sabe que no hay moneda fraccionaria para la devolución exacta, cuando la de más baja denominación son 50 pesos? Pues me propuse hacer cálculos alegres y me encontré con sumas nada despreciables. En el primer hipotético caso, tendrían que devolverme 20 pesos, pero no lo hacen. En el segundo, 33 pesos, pero no lo hacen. Redondean por encima y ellos se apropian de esos pesos de la diferencia. Alguno diría:  no valen la pena. Y yo respondería: en un caso aislado no, pero en un millón de facturas son 20 o 33 millones libres que entran sin esfuerzo alguno en las arcas empresariales. Ahora bien, multipliquen esto por 12 meses y la suma se infla a la bicoca de 240 o 396 millones. La realidad es que las cifras son mucho más altas y como dijimos, de grano en grano las gallinitas llenan sus buches sin mayor esfuerzo. Las grandes cifras millonarias las vigila celosamente la DIAN y ¿estás?

La segunda inquietud tiene que ver con los impuestos que nos cobra el Estado a través de las diferentes fuentes que les generan sus ingresos. Las famosas reformas tributarias buscan acopiar billonarios recursos, pues la plata no alcanza para tantas cosas buenas que se piensan hacer. Recientemente se ha extendido una práctica, a mi modo de ver perversa, que consiste en decirle a uno: usted como empresario no pagó la seguridad social de fulano en los meses de marzo y abril de 1984. O usted no pagó el impuesto predíal del año 2003. O no pagó el servicio de agua en septiembre de 1997. Y resulta que nadie guarda recibos y menos si son tan viejos, entonces se quedan sin el soporte o evidencia de que sí lo pagaron. El resultado es que la injusta multa aplicada ante supuesta deuda se traduce en una cifra inflada con la retroactividad, más los intereses por mora.

Mi inquietud es que en estos casos puntuales en los que están estas millonadas de por medio, cómo hacer para que estos millones, en su gran mayoría no se pierdan por la extendida practica corrupta. Cuánto quisiera ver uno obras de infraestructura, superación de la pobreza absoluta, cuidado de los bienes públicos, pero no. No se ven. Se esfuman. ¿Hasta cuándo seguirán dándose estas prácticas que injustamente afectan los bolsillos de los colombianos, favoreciendo en contraste el bolsillo de los poderosos quienes son los que captan esos recursos?

Al final, descubrí que los bancos, en el caso de los pagos que se hacen a través suyo, son los que se quedan con esas “pequeñas” diferencias, así, silenciosamente, sin mucha alharaca, dándole al que tiene, en detrimento del que no tiene. O a lo mejor las declaran como “donaciones” para sus fundaciones filantrópicas con las que obtendrán beneficios tributarios. Porque en las grandes superficies le preguntan a uno: ¿quiere donarlo a la fundación tal? Uno dice que no, pero tampoco le devuelven el dinero fraccionario. Igual, se quedan con nuestros pesos. ¡Otra de las tantas injusticias que padecemos!