Por Antonio Montoya H.*
Le
escribo esta columna desde Medellín, donde su padre fue
gobernador y desarrollo su carrera política, que es el meridiano de Colombia
porque lo que aquí pase, pasará en Colombia. Con ello no quiero demeritar otras
regiones, ni más faltaba, donde conozco a hombres y mujeres brillantes,
preparados y con gran sentido social, que luchan y se esmeran porque su tierra sea
productiva y fecunda.
Su
familia y usted pertenecen a esa estirpe de hombres que se prepararon, se
formaron en la adversidad y triunfaron, eso sí acompañados de otros ilustres
compatriotas que dieron brillo a nuestra patria y murieron muchos de ellos en
combate o asesinados por los enemigos. Es el caso José María Córdoba, Rafael
Uribe Uribe, Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos, Álvaro Gómez Hurtado y muchos
otros, que bien los describe Julio Gonzalez Villa, en sus importantes
narraciones de la historia de Colombia, William Ospina, Alfredo Iriarte, Otto
Morales Benítez, Jorge Orlando Melo y demás historiadores colombianos.
Todo
este preludio para decirle que a usted le ha tocado gobernar en una de las
épocas más difíciles de nuestra democracia, con una honda crisis económica y
social, con un país dividido por un grupo político de izquierda, que no ha
contribuido al engrandecimiento de nuestra patria, que no genera ideas para ser
mejores, sino que tiene como objetivo único la toma del poder para convertir a
Colombia en un antro social y económico, igual a Venezuela, Nicaragua, Bolivia
y posiblemente a Argentina y Chile. Sera así, si los colombianos no entendemos
que como bien lo dice el mismo Gustavo Petro, su proyecto político es a 15 o 20
años, es decir el acabose.
Hemos
construido en doscientos once años (211) a Colombia, una república democrática,
participativa y socialmente responsable, dándole oportunidades a todos para
mejorar, para darles mejores condiciones de vida de calidad, educación gratuita
en el bachillerato, y en las universidades públicas, subsidios de vivienda,
subsidios a las familias, empleo formal, salud con cobertura casi que al cien
por ciento (100%) de la población, protección a los indigentes, mujeres en
riesgo, es decir, por todos lados se busca acabar con la inequidad social y el
atropello de los bandidos.
Y
copiando texto de un artículo de Luis Guillermo Echeverri, agregaría lo que él
dice “Colombia
necesita la continuidad del camino trabajador y honesto, constructor de
legalidad, que le ha marcado al país el actual presidente en medio de
dificultades sin precedentes. No es criticando al gobierno que se conserva el
espíritu democrático. Miremos bien en la frontera nororiental y en nuestras
calles, las consecuencias de haber dejado descarrilar los valores esenciales de
una democracia”
El
trabajo que usted está haciendo, en época de plena pandemia, con cuarentenas
incluidas, con disminución de picos de enfermedad para luego ver cómo se elevan
hasta llegar a saturar el sistema de salud y usted ahí, firme, poniendo la cara,
negociando vacunas con el mundo, atendiendo emergencias, gobernando con mesura,
es pues un ejemplo de ecuanimidad y cordura.
Pero,
todo eso señor presidente, se puede ir por la borda, si usted insiste en
presentar una reforma tributaria a consideración del Congreso, aun cambiándole
el nombre, porque al final es igual, más impuestos, más gravámenes y por ende
más problemas a los ciudadanos y a los empresarios. No se equivoque, no se deje
llevar por quienes, en plena época de crisis económica y social, pasan por ser
los gurúes de la economía, estos señores no tienen alma, son pragmáticos, si
hay desface y déficit pues la conclusión es más impuestos, y este asunto no es
así, hoy más que nunca debemos tener un sentido humanitario en la economía,
luego se lo agradecerán, dedíquese a controlar la evasión, la corrupción y así
nos evitamos muchas reformas tributarias.
Todos
aquellos grupos de izquierda, esperan ansiosamente que usted presente al Congreso
el proyecto de reforma, para salir todos contra usted y su gobierno, tildándolo
de masacrador de la clase trabajadora. Se apalancarán para la campaña y no habrá
forma de derrotarlos porque ahí surgirá el populismo a su plena capacidad para
acabar con la democracia y usted saldrá perdiendo y por ende el país
mayoritario que cree en la democracia, en la libre empresa, la libertad de
expresión y de culto, en la igualdad, la justicia y la equidad. Es el momento
para que pare, piense y analice que no es oportuno impulsar reformas, por el contrario,
hay que incentivar a los empresarios para que creen empleos, a los innovadores
para que luchen por sus proyectos, a los campesinos para que defiendan sus
parcelas y a los ciudadanos de bien para que no coman cuento, de lo contrario
no habrá democracia.