viernes, 30 de abril de 2021

País complejo el nuestro

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.*

Desde que me conozco decimos, entre otras expresiones: estamos muy mal, vivimos los momentos más difíciles de nuestra historia, el país atraviesa una profunda crisis, hemos tocado fondo. Mejor dicho, estamos en la olla, estamos llevados, esto no lo arregla nadie, en fin… Esa realidad puede ser cierta, pero también es cierto que se volvió paisaje, es decir, nos acostumbramos a convivir con ella, nos parece natural o normal y en ese sentido somos unos conformes y resignados masoquistas sin arreglo.

Bien mal que estamos ya por los letales efectos de la pandemia, como fenómeno global de salud pública, que ha desencadenado una recesión económica sin precedentes pues ha afectado a más de medio mundo y, en vez de buscar solidariamente y en conjunto salidas a tan difícil situación, vamos en contravía equivocándonos reiteradamente, actuando como irracionales, como si realmente le apostáramos a un suicidio colectivo.

Colombia, per-se, es un país muy rico, con recursos suficientes como para competir con otros rankeados como los más ricos del mundo. Alguno decía hace tiempo que somos tan ricos, pero tan ricos, que al país se lo roban diaria y descaradamente y ahí sigue. Nuestro problema siempre ha sido de inequidad y de injusticia, caldo de cultivo para el descontento, la protesta, la inseguridad, el vandalismo, la violencia armada y la guerra civil no declarada. Por décadas hemos sembrado vientos y ahora estamos cosechando tempestades. ¿Por qué nos sorprendemos?

También, con el correr de los años, se ha desarrollado exponencialmente un virus con múltiple variedad de cepas, que ha sido peor que la más grave de todas las enfermedades: la corrupción. Un mal que ha perneado por doquier, que anda rampante y victorioso porque, cuando quisieron vacunarlo, medio país no quiso o no le importó. Y la clase politiquera y rastrera no quiso tramitar la ley anticorrupción en el Congreso, porque era ponerse el cuchillo en el pescuezo y eso nunca puede ser posible para la rapiña y voracidad insaciables que les asiste. Esa misma calaña que prefiere el negocio lucrativo de la guerra a una paz vuelta jirones. ¿Ustedes no creen que eso es un insulto y una afrenta para el pueblo?

Se plantea una necesaria reforma tributaria, pero se plantea mal. Eso ha enardecido a toda la sociedad y ha dado pie para que los agitadores y oportunistas aprovechen la ocasión y hagan su agosto. Qué cuentos de cuidarse. Salieron a contagiarse masivamente para cargarse de toda clase de males e infectar a los suyos. Y otros salieron a robar, saquear y destruir, para acabar con lo poco bueno que todavía tenemos. Insensatos y estúpidos que solo invitan a la provocación y la represión para después quejarse de que les violan los derechos.

Se trata de gente sin educación y que no piensa, producto de la decisión política de apostarle más a la guerra que a la educación y me refiero al Estado y también a un magisterio que se la pasa en marchas y protestas en vez de estar dando clase, educando, formando la conciencia crítica de las nuevas generaciones que van a dirigir este país. País complejo el nuestro, ¿no les parece?