Por José Alvear Sanín*
Nadie desconoce el enorme costo requerido para
la mitigación de los terribles efectos económicos de la pandemia sobre las
clases menos favorecidas, no siendo el menor el inevitable aumento del
desempleo.
Si bien el gobierno merece reconocimiento por
el acertado manejo de esta inédita experiencia, no ocurre lo mismo con las
medidas que empiezan a agitarse para lograr la recuperación. El ejecutivo ha
logrado para 2021 la aprobación de un presupuesto de unos 314 billones,
superior un 24% sobre el bien deficitario de 2019, año supuestamente normal.
Tendrá entonces, que apelar no solo a un enorme endeudamiento, sino que habrá
que imponer a un país exhausto una nueva “reforma tributaria” para recaudar 20
billones adicionales. Buena parte de esos nuevos ingresos dependerá de un IVA
“universal” del 19%, empezando por todos los alimentos. Y aun si el Congreso la
aprueba, queda por ver si eso se traduce en igual recaudo.
Por parte alguna el gobierno habla de
austeridad, ahorro, eliminación de gasto suntuario y de programas inútiles o
perjudiciales —como todos los derivados del acuerdo final—, reducción o
aplazamiento de inversiones, venta de empresas o activos, disminución de
nóminas paralelas etc.
Como coincido plenamente con el reciente y acertado
análisis presupuestal de Hernán Uribe López, paso solamente a referirme a las
repercusiones políticas de la reforma tributaria que se prepara. http://www.lalinternaazul.info/2020/12/09/nueva-amenaza-de-reforma-tributaria/
Nadie merece el calificativo de estadista, si
no sopesa los efectos políticos de las disposiciones tributarias. Baste
considerar el amplio respaldo popular que saludó el inicio del gobierno del
doctor Duque, que se deshizo con el anuncio del ministro Carrasquilla, a los
pocos días, de un IVA “universal” del 19%, empezando por todos los alimentos.
Aunque el Congreso modificó esa reforma, el gobierno ya jamás se recuperó
plenamente, con los consiguientes efectos desfavorables sobre su popularidad y
su credibilidad.
Ahora bien, pretender, en medio de la miseria
generalizada que trajo la pandemia, gravar con 19% de IVA toda la canasta
familiar, puede colmar las obsesiones tecnocráticas de un ministro olímpico que
del país solo conoce los altos círculos capitalinos, pero puede acabar de
desgastar la imagen del gobierno y de los partidos democráticos y dar al peor
candidato populista los votos que todavía le faltan para ganar las elecciones.
Entonces, si el gobierno propone ese IVA, “se
quedará con el pecado y sin el género”, porque esa locura tributaría no
prosperará en el Congreso, pero la tambaleante democracia colombiana sufrirá su
efecto político destructor.
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La conquista de los mares, de Van Loon - Para
un bibliófilo pocos placeres superan el rescate de un buen libro polvoriento,
como me ocurre con frecuencia. Acabo de terminar la lectura de “La conquista de los mares”, en bella
edición de Luis Miracle (Barcelona, 1936). Su autor, Henrik Willem van Loon
(1882-1944), fue un holandés-americano, uno de los más populares en su tiempo.
Su obra mayor, voluminosa e insuperable, “Las
artes”, ha caído en el mismo injusto olvido que las otras de su abundante
pluma, erudita e irónica, cumpliendo así la triste e inexorable ley que a muy
pocos perdona después de la muerte.
Van Loon ilustraba sus libros con rápidos,
originales y vigorosos esbozos, que en esta historia de la navegación son
especialmente valiosos, porque en buena parte compensan cierta debilidad de la
obra, dado que su autor no era marino y se detiene en los umbrales del gran
desarrollo tecnológico de la navegación, a partir de mediados del siglo xix. En
cambio, su relato es interesantísimo en lo que toca con las horrorosas
condiciones en que a lo largo de los siglos transcurría la vida de la
marinería, desde las canoas primitivas hasta las precarias naves que cruzaron,
primero con remeros y luego a impulsos del viento, y durante largos meses, los
océanos, bajo los más crueles e implacables capitanes.
Nunca antes vi tan claramente el inmenso costo
humano que hizo posible, más que el dominio de las inmensas masas marinas, la
intercomunicación de todos los territorios del mundo.
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Cumpliendo,
cumpliendo y cumpliendo – Como del mutuo respeto de los
compromisos depende la vigencia y obligatoriedad de los convenios, nunca he
podido entender por qué el gobierno se empeña en cumplir todo lo pactado —contra
la voluntad popular— con las FARC, mientras ellas se obstinan en incumplirlo
totalmente. La entrega apenas del 0.07% —reconocida por el gobierno— de la
irrisoria suma prometida por esa organización, es simplemente una burla cínica
e intolerable, que no justifica la prórroga que se les concede una y otra vez a
lo largo de estos cuatro años.
Y ahora, obedeciendo a una de las cláusulas del
acuerdo final, el Ministerio de Educación publica cartillas para guiar al
magisterio en el adoctrinamiento de la infancia en la ideología de género,
ofendiendo los sentimientos morales y religiosos de la mayoría de las familias.
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¡Reconstrucción o catástrofe!