Por John Marulanda*
En 1997, cuando las FARC determinaron que el “traidor” EPL se convertía en
un objetivo militar, el ejecutor de la matanza de los esperanzados fue Iván
Márquez. Ahora y luego de que no se subordinará a él, Márquez ha declarado
objetivo militar a Gentil Duarte y ya empezó asesinando a 5 en la frontera con
Venezuela. Acompañan al profeta de la “Nueva Marquetalia”, alias Romaña,
Andinever y el Paisa, sanguinarios narcoterroristas cuya única razón de ser es
el paredón “revolucionario”. Esta sarracina se escenifica en el enclave
geográfico que circunda La Macarena, entre Meta, Caquetá y Guaviare, rediseñada
como retaguardia estratégica de las FARC que intercomunica centros económicos y
políticos vitales del país, incluyendo la comuna 20 al sur de Bogotá. Se repite
la historia de 1960, ahora signada por un elemento vital, el narcotráfico, y se
está ejecutando el plan de alias Felipe Rincón en los 90, remozado en el 2000,
que busca un repoblamiento estratégico de esa región con campesinos traídos de
otras partes del país.
La confrontación entre Gentil Duarte e Iván Márquez representa una amenaza
inmediata para los espacios territoriales ubicados a lo largo de las rutas que
salen de y llegan a esta zona de parques naturales. También plantea dilemas
políticos y problemas de seguridad para la gerontocracia del partido de la Rosa
Roja pues más temprano que tarde tendrá que fijar su posición frente a esta
disputa, que, finalmente, es por tierra, cocaína, minería ilegal y ganadería.
Preocupa el asunto de las milicias. El nefasto comisionado para la paz de
la época Santos, entregó salvoconductos a unos 3.000 milicianos, de los cuales
hoy están ubicados 800 aproximadamente. De los otros no se tiene información.
Son esas milicias bolivarianas y populares las que en las ciudades se encargan
de cumplir las tareas que les asignen sus jefes desde el Guaviare y el Meta,
como sucedió hace poco con los “capuchos” de Gentil Duarte en las protestas de
Bogotá.
Este renovado panorama de confrontación, aunado a los encuentros y
desencuentros de las FARC con el creciente narco ELN, con Los Pelusos, con el Cartel
del Golfo y con los agentes de los carteles mexicanos, dibuja un panorama de
seguridad complicado ante el cual medidas drásticas y tempranas serán la más
inteligente terapia preventiva. Los bárbaros comunistas no cejarán en su empeño
de apoderare del país, ante los ojos incrédulos y la pasividad de la mayoría de
colombianos.