Por Andrés de Bedout
Jaramillo.*
El primero de enero se
posesionaron los nuevos alcaldes y gobernadores. En el caso de Antioquia, donde
pude seguir estos actos de cerca, inclusive asistir a la posesión del alcalde
del Municipio de Santuario, me impactó favorablemente el hecho de que pusieron
a Dios y a nuestra Iglesia Católica por delante, mejor dicho se encomendaron a
nuestro señor Jesucristo, invitaron al buen comportamiento de sus pueblos y muy
especialmente al de sus inmediatos colaboradores y al de ellos mismos. Públicamente
se comprometieron a trabajar por las clases más desfavorecidas, a buscar en sus
actuaciones el bien común, a continuar las obras que dejaron iniciadas sus
antecesores, a cuidar y considerar como sagrados los dineros públicos, a
trabajar duro en la generación de empleos dignos y formales, con las obras
públicas y el apoyo a la grande, mediana y pequeña empresa, en las zonas
urbanas y rurales, a trabajar unidos, buscando objetivos comunes entre
gobiernos locales y regionales, a trabajar de cara y con las comunidades, con gobiernos
de puertas abiertas, de autocensura, con autocontrol, respeto, inclusión,
conscientes de que la unión hace la fuerza y que las diferencias se respetan
civilizadamente.
Yo estoy muy
optimista, muy positivo, este va a ser un cuatrienio de mucho desarrollo y
bienestar, donde la paz y tranquilidad, fruto del buen comportamiento que nos
enseña la Biblia, acompañados por nuestra Iglesia Católica y de la mano de
nuestro señor Jesucristo, nos van a dar las fuerzas suficientes para enfrentar
los momentos difíciles que se presenten. Nuestros gobernantes estarán
iluminados por el Espíritu Santo en el manejo de sus responsabilidades. Han
tenido el valor de reconocerse públicamente cristianos, creyentes y
practicantes de nuestra religión, de nuestros principios y valores, de la
importancia de la familia en la sociedad y de la Iglesia Católica, respetando
la diversidad y trabajando por la inclusión.
Para todos la
educación y la calidad de la misma, ocuparán lugar primordial, para que seamos
iguales y libres. Las vías de comunicación, desde las 4G hasta las placas
huellas, y el internet estará a todos los rincones donde también llegarán los
servicios públicos, que garantizarán la calidad de vida en las zonas más
apartadas, que frenarán la migración a las ciudades y que permitirán el
desarrollo de nuestros campos con las empresas agropecuarias transformadoras,
como futuro de generación de empleo y de riqueza.
Se dará solución a los
elefantes blancos que la improvisación, los desaciertos, la falta de
mantenimiento y hasta la irresponsabilidad, han permitido su existencia, en
obras públicas y privadas, perjudicando a comunidades enteras.
Todos debemos
comportarnos bien, trabajar duro, estudiar duro, aplicar permanentemente los
principios y valores que nos enseña nuestra religión católica, porque queremos
un futuro mejor para nuestros hijos, para nuestros nietos y para nosotros
mismos.
Tenemos la mejor
gente, la mejor tierra, la mejor ubicación geográfica frente al mundo, el mejor
clima, todas las ganas y la fuerza para salir adelante; concentrémonos en lo
que debemos hacer para lograrlo.
Las condiciones están
dadas, de todos depende lograrlo, con familias fuertes, tendremos una sociedad
fuerte, unos municipios fuertes, unos departamentos fuertes, una nación fuerte.
Ánimo, para atrás ni
para coger impulso, todos a una.