viernes, 2 de diciembre de 2022

Cuando manipulan el deporte

José Leonardo Rincón Contreras
Por José Leonardo Rincón, S. J.

De entrada, se da por descontado que el deporte, en todas sus disciplinas, es una actividad humana que además de cultivar el cuidado del cuerpo a nivel personal, el trabajo en equipo y la sana emulación, es un espacio saludable para el esparcimiento y la unión de los pueblos. No en vano los aros olímpicos entrelazados simbólicamente expresan ese propósito.

Sin embargo, cuando a Teodosio le dio por suspender los Juegos Olímpicos en el siglo IV, lo hizo por motivos religiosos: no había que promover el culto a los dioses del Olimpo. Y tuvimos que esperar muchos siglos para recuperar este espacio y…, también, los afanes de muchos por meterle política y otros intereses para manipularlos.

No olvidemos que Hitler en 1936 usó las Olimpíadas con fines propagandísticos nazis y que su mayor disgusto acaeció cuando el atleta norteamericano de origen afro Jesse Owens ganó la medalla de oro mostrando su superioridad deportiva, todo un insulto para la raza aria que quería demostrar exactamente lo contrario.

Y todavía recuerdo la masacre en la Villa Olímpica de Múnich en 1972 contra un grupo de atletas israelíes. El escenario equivocado para trasladar conflictos políticos fue aquella vergüenza. No han cambiado mucho las cosas ahora que estamos en pleno campeonato mundial de fútbol. Que la justa se haya hecho en Qatar pareciera ser una decisión normal pues cualquier país legítimamente puede aspirar a ser sede de estas justas deportivas, el problema fue el escándalo suscitado por la manipulación que se tuvo en su escogencia y que desató una crisis en la FIFA.

El debate sobre Qatar ha girado en torno al respeto a los derechos humanos, las cientos de víctimas que murieron en la construcción de unos escenarios que serán desbaratados una vez concluya el evento, las prohibiciones a manifestaciones públicas de afecto o a usar la bandera LGBTI, etc. Pero hemos visto más: desproporciones como ofrecer a cada jugador árabe saudí un Rolls Royce si le ganaban a Argentina; o la amenaza de violencia y torturas del régimen iraní a sus jugadores y sus familias si expresaban su descontento como lo hicieron en el primer juego al no entonar su himno nacional.

Y los pobres deportistas rusos, vetados de todas las competencias internacionales, no por su culpa, sino por culpa de un régimen expansionista que ya nos tiene en crisis económica global y a todos en vilo con la amenaza de una guerra nuclear.

Creo que deporte y política son dos asuntos distintos que no deben mezclarse. Es un abuso que se le meta política al deporte. Si esto acontece de manera normal significará que un día un campo de juego termine convirtiéndose en un campo de batalla y que dos hinchadas diferentes resulten matándose en las tribunas como lamentablemente ya ocurre entre fanaticadas obtusas, simplemente porque somos de colores distintos en nuestras camisetas.