Luis Guillermo Echeverri Vélez
Un caso de persecución política inquisidora.
En el caso del Estado contra Uribe lo que realmente está en
juego es la libertad o la opresión de nuestras naciones y en particular la de
todos los colombianos de igual derecho frente a la ley.
La única forma en la cual han podido llevar a Álvaro Uribe
Vélez a un juicio es mintiendo, no en derecho. En su caso no hay ni indicios ni
evidencia alguna de que él haya quebrantado la ley en su búsqueda de la verdad.
Uribe ha sido enjuiciado únicamente por ideología política y mediante abuso de
autoridad de magistrados influenciados por las artimañas de sus opositores
políticos, que curiosamente luego han pasado a ser flagrantes infractores de la
ley.
Se trata de un caso de envidia, venganza, maldad y engaño
en contra de su honorabilidad, de su rectitud y de una vida al servicio de la
patria, la libertad y la justicia. El juicio a Uribe es la trama de sus
opositores políticos que hoy están en el poder y que contrario a lo que ha sido
toda su vida pública, son todos afines a la impunidad del narcoterrorismo y las
organizaciones criminales y subversivas.
Lo que está por definirse, es una infamia de más de dos
décadas contra su persona, su hermano y toda su familia, es la seguridad
democrática que necesitamos todos los ciudadanos que cumplimos las obligaciones
y trabajamos aportándole a la nación con respeto por las normas, por la vida,
bienes y honra de los demás, y no quebrantamos la constitución desde el poder o
por medio del terror y la violencia ejercido con las armas a manos de la
criminal subversión.
Uribe es el único líder político que nunca deja de trabajar
con entrega para llevar esperanza al pueblo, al vivir con la gente en la calle
la realidad de los problemas del país y la región.
La única y verdadera razón por la cual espera una sentencia
el expresidente Uribe y con la suya, nuestra libertad, es porque ha sido el
líder político más importante de Latinoamérica en este siglo, pues es quien más
personifica la esencia laboriosa, noble, humilde, emprendedora y transformadora
de la gran mayoría de las gentes de Colombia y de toda la región.
Y es que no es poca la envidia que despierta todo lo que
representa Uribe para tantos colombianos ante la mediocridad de sus opositores,
por su claridad y su determinación a la hora de servir y ayudar al progreso,
bienestar social y seguridad ciudadana. No le perdona la corruptela política el
hecho de que sigan vigentes sus logros y enseñanzas en todos los corazones y
los lugares donde se le conoce y añora con respeto y admiración, algo que causa
gran incomodidad a quienes representan la oligarquía que ha ostentado
tradicionalmente el poder político en Colombia y a la nueva clase cleptócrata y
delincuente que hoy gobierna el país.
Este es un juicio sin pruebas, de sentencia obligada y que
pone a prueba la justicia en Colombia, y en el cual han sido totalmente
desvirtuadas todas las acusaciones mediáticas e infundadas en su contra. Un
juicio en el que ha sido comprobada su total inocencia y toda una trama de
versiones inventadas de manera mañosa por sus opositores.
Se trata de un juicio político e inquisitorio en el cual lo
que está en juego es el desmoronamiento de la justicia y la libertad ante el
poderío del socialismo del siglo XXI y la continuidad sin oposición del
proyecto expansionista bolivariano propuesto por el castrochavismo y endosado
por Maduro, Diosdado, Petro, Cepeda, Montealegre, Santos y todos sus secuaces.
No es casual que demócratas y republicanos en la capital de
los Estados Unidos se refieran al doctor Uribe como el Abraham Lincoln de
Latinoamérica, como el gran colombino que es, y el líder político más destacado
de la región reconociendo su persistente e incansable lucha por la libertad, la
democracia, la legalidad y la justicia en todo el hemisferio.