jueves, 28 de agosto de 2025

Scholé

Fredy Angarita
Fredy Angarita

Aristóteles lo llamaba scholé. No era ocio como aquí lo entendemos —pereza, vagancia, tiempo perdido o malgastado —, sino un espacio para pensar, aprender y, sobre todo, escuchar el silencio. En la Antigua Grecia, detenerse era un acto de sabiduría; en Colombia, es una sospecha, la pereza o la improductividad. Está más cerca del prejuicio que de la sabiduría: No hacer nada útil, “gente sin oficio”, como solemos decir para criticar a quien no parece ocupado.

Esta visión nace de una cultura profundamente marcada por el mandato de “trabajar, trabajar, trabajar”, donde el valor de una persona se mide casi exclusivamente por su capacidad de producir.

Con el tiempo, y gracias a conversaciones con amigos de distintas partes del mundo —Alemania, Países Bajos, Italia, España— entendí que en otros lugares scholé no es un lujo, sino una necesidad vital.

En Alemania, el tiempo libre no es solo descanso: es un espacio para leer, conversar, viajar con sentido, crear arte o participar en la comunidad. En los Países Bajos, el equilibrio entre vida y trabajo es casi un principio ético. Las jornadas laborales son más cortas, especialmente en profesiones intelectuales, para dejar espacio a la autonomía, la contemplación y la familia. En Italia, el scholé no es solo una palabra, sino una forma de estar en el mundo. Las universidades todavía conservan un fuerte enfoque en humanidades y pensamiento profundo. En España, aunque sitiado por la prisa, sobrevive en el paseo al atardecer, en el café sin reloj, en la poesía y la conversación.

En esas charlas descubrí algo: para ellos, el tiempo libre no es “tiempo perdido” sino “tiempo ganado”. No temen al silencio ni a la soledad. Tal vez sea la edad de mis amigos, pero la mayoría prefiere un buen libro a un bar lleno, un paseo tranquilo antes que el ruido constante.

Ahora, mientras leo un regalo que me hizo uno de ellos —Star Wars y la filosofía— me doy cuenta de que, aunque el libro no menciona la palabra scholé, su espíritu está presente en la formación Jedi[1]: cultivar el alma mediante la contemplación, la disciplina interior y la lentitud de aprender bien.

Y pienso que, en el fondo, el scholé es como la Fuerza[2]: invisible, pero esencial. En Europa, todavía respira entre plazas y bibliotecas. En Colombia, se esconde tímido tras la palabra “ocio”. En la galaxia Jedí, es el núcleo de la sabiduría.

Vivir en Colombia es como nacer en una galaxia en guerra permanente. Los noticieros son transmisiones de Holonet[3] anunciando nuevas batallas; los políticos, algunos jedis caídos, otros aprendices de Sith[4]. El ciudadano común se mueve entre trancones, deudas y alertas rojas. No hay tiempo para Scholé. Y sin embargo, lo necesitamos.

Imagino un maestro jedi llegando a una estación de metro o Transmilenio, intentando enseñar meditación mientras los parlantes anuncian retrasos, las motos le pasa rozando a toda velocidad, los vendedores ambulantes con sus megáfonos a volúmenes poco agradables. ¿Cómo hablar de calma a un país que aprendió a sobrevivir con la mano en la billetera y el oído atento a cualquier ruido extraño?

Pero quizá ahí está el reto: encontrar la Fuerza no en templos de piedra, sino en las bancas del parque, en el café de la esquina, en el segundo de silencio antes de contestar un insulto. El Scholé no como lujo griego ni disciplina Jedi, sino como resistencia cotidiana contra el vértigo que nos empuja al lado oscuro.

Porque si no aprendemos a detenernos, Colombia no necesitará Sith: ya habremos cruzado solos el puente hacia la oscuridad.


[1] En el universo de Star Wars, los Jedi son una orden mística de individuos sensibles a la Fuerza, dedicados a la paz y la justicia

[2] La escritura de "Fuerza Jedi" con mayúscula inicial se debe a que se refiere a la orden o la institución, no a la fuerza como concepto general ni a un Jedí individualmente.

[3] Es una red de comunicaciones galáctica que permite la transmisión casi instantánea de información a través de toda la galaxia

[4] En el universo de Star Wars, los Sith son una orden de usuarios del lado oscuro de la Fuerza, opuestos a los Jedi.