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martes, 29 de julio de 2025

De cara al provenir: estar "IN"

Pedro Juan González Carvajal
Pedro Juan González Carvajal

Hace algunos años se hablaba de estar a la moda cuando el común de la gente aceptaba una situación como preferida y en medio de una sociedad de consumo incipiente esta se generalizaba. Hablamos de la minifalda, de la bota ancha, del cabello largo, del artista favorito, de las baladas, de las rancheras, de las hamburguesas, del pollo frito, de los apartamentos, de los centros comerciales, de los vehículos pequeños, de la televisión a color, de la frecuencia radial FM, de la última película, de los electrodomésticos, del alquiler de películas, de los casetes, de los CD y los DVD, entre otras tantas posibilidades en medio de la cotidianidad.

Las nuevas generaciones son esclavas de las marcas “IN” de cualquier tipo de productos físicos, lo que potencia el consumismo y demuestra la fragilidad de los conceptos básicos de carácter y personalidad. Las apariencias reemplazan la realidad.

Los tiempos actuales, traen sus propias exigencias y hoy se habla de las tabletas, de los celulares, de los IPhones, de las compras por Internet, del sushi, de la comida saludable, de los gimnasios, de los tatuajes, de las redes sociales como TikTok, de conciertos, de la música urbana, de videojuegos, de jugar padel, de ir a restaurantes caros con comida rebuscada y poquita, de participar en maratones, de  tener playlist en Spotify, de hablar de Inteligencia Artificial sin saber qué es eso, de la última serie de Netflix, entre otro sin fin de variadas posibilidades.

En todos los tiempos se hablará mal del Gobierno de turno –máxime si da papaya–, se volverá repetitivo el comentario sobre el clima, hoy por hoy ante la congestión vehicular resulta ofuscante hablar de la mejor ruta que cada uno conoce –y que casi nunca lo es– para hacer que los viajes, y los recorridos se vuelvan un tormento en medio de discusiones anodinas.

Se vuelve tema del día el escándalo de turno divulgado y explotado de manera amarillenta e irresponsable por los programas de radio y de televisión, que cada día sacan a la luz pública uno nuevo para mantenernos entretenidos y confundidos, haciendo que el concepto de realidad sea incierto.

Ni que hablar de la promoción y divulgación intensiva de espectáculos deportivos, lo cual ha convertido el deporte en un acontecimiento verdaderamente globalizado. Ya existen en Colombia tantos hinchas del Barcelona y del Real Madrid como del Medellín o del Nacional.

Estamos inundados de información excelente, buena, regular, mala, pésima y mentirosa. Es apenas lógico y respetable que cada uno haga de su vida y con su vida lo que le venga en gana, eso sí, sin afectar la vida de los otros. Expresiones como “yo creo”, “yo opino” o “yo considero” no pasan de ser simples enunciados vacíos si detrás no existen los argumentos sólidos que respalden cada postura.

Lo que también es claro es que una persona tiene diferentes formas de divertirse, que actividades como la culturización no se hacen a través de Netflix, que los libros y las relaciones personales existen y que la mejor forma de socializar es el contacto personal, la conversación inteligente o vacía pero cara a cara.

Ya parece que las nuevas generaciones han dado el salto cuántico social y de ser ciudadanos de un país han logrado ubicarse como ciudadanos del mundo, con una visión cosmopolita para la cual no existen ni fronteras ni límites culturales.

Por su parte un “clásico” es un ejemplo sobresaliente de un estilo particular; algo de valor duradero o con una cualidad atemporal; de la primera o más alta calidad, clase o rango, algo que ejemplifica su clase.

El Reguetón pasará, pero Beethoven seguirá siendo eterno.

Los best sellers literarios durarán un tiempo, pero Cervantes y Shakespeare continuarán a través de las generaciones.

La avalancha de información perecerá, pero la cultura y la civilización pervivirán.

El politiquero de turno se convertirá en flor de un solo día y al dejar su cargo, caerá en la nada, de donde vino.

Los caudillos de turno serán borrados de la memoria, mientras que los grandes hombres serán recordados por la historia.

La acción puntual tendrá resultados en el corto plazo, mientras las acciones y decisiones tomadas pensando en las próximas generaciones se convertirán en legados.

La belleza, la importancia, la riqueza, el abolengo, el poder son todas figuras efímeras.

La buena educación deberá formar ciudadanos de bien e idóneos, no solamente alfabetos sin ningún tipo de carácter y menos de criterio.

Una buena educación deberá potenciar “el uso de la razón” y el desarrollo de “la conciencia”.

Ojalá llegue el día en que esté de moda hablar de arte, de libros, de honestidad, de honorabilidad, de legalidad, de principios, de valores, de moral y de comportamiento ético, temas que lamentablemente para mi generación y las siguientes, no han sido el foco de atención.

Aquí vamos, empujando la noria de la existencia, con el convencimiento de que, para todos, sin excepción, en unos años, pasaremos simplemente a un costado, dando espacio para que las generaciones de relevo tomen el mando y según su criterio, manejen el mundo.

Recordemos las sabias palabras que se atribuyen tanto a Luis XIV como al poeta Almafuerte: “Después de muertos, aunque no salga el sol”.