Luis Guillermo Echeverri Vélez
La carta de Leyva se hizo noticia porque la
escribió Leyva, excanciller de Colombia, notorio representante y miembro de las
FARC también, o no.
Pero ojo, sea Leyva o no el que lo dice, ahora
el hecho de que el inventor de llamar a la corrupción mermelada, salga a
aminorar el fondo del asunto y a defender el fuero presidencial es extraño, y
no sé qué autoridad tenga para decirlo, o ¿será para hacerse notar antes de
elecciones y/o para tratar de quitarle importancia a lo realmente grave?
Entonces vale la pena una corta reflexión: el
tema es muy grave, y no es un asunto personal o de la vida privada de la gente
que las decisiones de una nación se entreveren con el vicio.
Ojo es el presidente de un país y en general
esas conductas son causales de suspensión inmediata de funciones.
No es normal que la cabeza de una nación o
cualquier posición de responsabilidad del Estado esté en manos de un
drogadicto, un borracho o de alguien que presente conductas irregulares o
alteradas por problemas que cambien su discernir, así sea esporádicamente y por
una sola vez, constituye una irresponsabilidad y una falta grave que demanda
retiro inmediato del cargo.
Veamos como en contraste, eso es algo que por
ejemplo a un deportista no se le permite, a un médico no se le permite, a un
conductor o a un piloto no se les permite, a un cocinero, mesero, operario
industrial, no se les permite…. y ¿entonces?
Quienes conducen el Estado en que monta toda la
nación, 50 millones de personas, y quienes manejan sus dependencias e
instituciones: borrachos, mariguaneros, adictos a los alcaloides… ¿Es eso
normal?
¿Será que está bien porque es tema privado, que
cada rato se emborrachen, se llenen la cabeza de mariguana y sahumerios, o de
bazuco, o de cocaína, los que toman las decisiones? No señor, no es así.
Eso hay que denunciarlo siempre trátese de
quien se trate, y hay que bajarlos y quitarles la moto en el acto.
Los vicios y las adicciones no son “chéveres’
son un problema y matan neuronas y personas y destruyen familias. Afectan los
referentes y la capacidad de discernir y resolver correctamente y por tanto
muchas decisiones de personas con ese problema resultan tan insensatas como las
expresiones laxas propias de los borrachos o de los mariguaneros.
Realmente me deja pensando todo esto, pues veo
que lo que vivimos es solo el producto de los periodos en que hemos estado
gobernados por borrachos, mariguaneros y periqueros, que nos han engañado, son
adictos y han sabido guardar bien las apariencias, pero que por muy estudiados
o por mucho que pertenezcan a las élites o castas superiores del poder, en su
doble moral mamerta han dado un ejemplo deplorable cuando el país les ha dado
la oportunidad de gobernar o dirigir responsablemente.
Por brillantes que sea una persona, el vicio lo
saca del ámbito del deber ser alterándole su buen juicio y volviéndolo
permisivo, lo cual lleva directo a infringir la legalidad.
Estamos mal, porque en una buena medida nos han
gobernado muchos viciosos irresponsables, unos mamertos y otros abiertamente
degenerados como la loca que hoy obra como tirano en locombia, y para
dolor de un pueblo indefenso y un empresariado trabajador, hemos tenido en el
poder todo un gran combo rumbero y vicioso sean ellos de derecha, izquierda o
centro, progres, guerrilleros revolucionarios o los camaleones Petro-Santista,
el vicio corroe lo que toca y no le importa de la denominación política que
sea.
Alternar la rumba y el desjuicio con los cargos
de responsabilidad equivale a alterar los parámetros éticos con que se debe
conducir una sociedad, un Estado o toda una nación y por eso bien dice el
refrán: “El que se pone a mamar y silbar a la vez, se atraganta”.